POLÉMICA/LA ENERGÍA FOTOVOLTAICA/¿UN PROBLEMA PARA LA AGRICULTURA? Se está produciendo un encarecimiento del suelo agrícola…
Ana Tuñas ha publicado en EFEverde que “las plantas renovables necesitan de grandes superficies y de puntos de accesos a la red para su despliegue, lo que conlleva que muchas, en especial las fotovoltaicas, se estén instalando en suelos agrícolas provocando la sustitución de cultivos por paneles y subidas de rentas insoportables para los agricultores”. ¿Va a poner la energía fotovoltaica en peligro a la agricultura? Escuchemos los argumentos que esgrime Tuñas en su texto…
Dice la periodista que, mientras desde el sector fotovoltaico se asegura que su impacto es insignificante, dado que en el escenario más agresivo no coparían ni el 1% de la superficie agrícola del país, desde “organizaciones sectoriales y ecologistas advierten de que puede poner en peligro la soberanía alimentaria nacional. El ‘boom’ de la fotovoltaica está moviendo mucha inversión, sobre todo de fondos, y la búsqueda de las localizaciones más rentables hace que sea ‘bastante habitual’ que recaigan en tierras agrícolas, incluso de regadío, como ocurre en Murcia, lo que es ‘absurdo’, según el director técnico de la organización agraria COAG, José Luis Miguel”. Aunque esto es bueno para los propietarios de las parcelas, porque ven multiplicados sus ingresos, puede llegar a ser muy perjudicial para los arrendatarios, pues los precios se elevan. Y, por ello, el negocio agrario puede ya no ser rentable.
PUEDE SER INVIABLE SEGUIR TRABAJANDO EL CAMPO
Dice Tuñas: “En Madrid, sólo entre la A-2 y la A-3, hay 34 proyectos fotovoltaicos en los terrenos más productivos de la región y, aunque no se sabe cuántos se ejecutarán, solo la posibilidad de que se lleven a cabo ha hecho que las rentas se disparen hasta 1.500 o 1.700 euros por hectárea/año, frente a los 60 o 70 euros que puede pagar un agricultor en la actualidad. Así es ‘inviable’ seguir trabajando el campo, según el secretario general de UPA en Madrid, Jesús Anchuelo, que ha denunciado que si no se llevan las plantas a zonas menos productivas es porque para las empresas ‘no es rentable’ estar lejos de las subestaciones”. No sabemos en qué medida esto podría afectar a la agricultura ecológica, pero lo hará de una forma o de otra, seguro.
BURBUJA ESPECULATIVA
En opinión de Anchuelo, según el texto de Tuñas, “los gobiernos deberían ordenar el despliegue renovable para evitar que se pierdan ‘muchas hectáreas de cultivo’ y para impedir que siga creciendo la ‘burbuja especulativa’ surgida de la expectativa de una mayor rentabilidad para los terratenientes”. Anchelo señala: “Sabemos que no todas las plantas se van a llevar a cabo, pero sólo por reservar la tierras ya les están pagando dinero y eso nos está afectando a todos”. Según Luis Bolonio, portavoz de la Alianza Energía y Territorio (Aliente), que agrupa a más de 190 científicos y organizaciones ecologistas y vecinales, perder hectáreas de cultivo es una “locura” porque “pone en peligro tanto la biodiversidad como la soberanía alimentaria del país”.
SIN LA OPINIÓN DE LOS AGRICULTORES
Para Tuñas, “en la mayoría de los casos, poner una fotovoltaica supone restar hectáreas al cereal de secano, base de la alimentación humana y en la que España ya es deficitaria, así como al ganado ovino y bovino”. Algunos ya denuncian que la transición hacia modelos descarbonizados se está haciendo sin orden ni control, lo que puede acarrear males endémicos. Bolonio señala que todo el proceso se está llevando a cabo “sin contar con la opinión de los agricultores. Lo primero que se tendría que haber hecho es evaluar el potencial fotovoltaico en suelos degradados, en los que, según cálculos preliminares, cabría todo el PNIEC”. Esto daría tiempo, según Bolonio, “para ordenar el territorio, evaluar la viabilidad de las soluciones que se están testando para combinar cultivos y energía y, en definitiva, desplegar renovables sin causar perjuicio social, ambiental o agrícola”.