Una relación tóxica

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Updated: julio 8, 2024

Hace mucho, muchísimo tiempo, que desde Vida Sana/BioCultura/The Ecologist/El Ecomensajero Digital… venimos informando de cómo los tóxicos afectan o pueden afectar a la salud de la mujer y de todos los seres humanos. Afortunadamente, esta información empieza a estar disponible, también, en cada vez más medios. Ahora, Elisabet López publica en los medios de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) este artículo que reincide en lo que venimos denunciando desde hace décadas.

Menopausia prematura, reducción de la fertilidad, cáncer de mama o un mayor riesgo de patologías crónicas, como dolencias cardiovasculares, son solo algunas de las consecuencias que pueden llegar a tener en la salud de la mujer los principales tóxicos presentes en la alimentación. ¿Dónde se encuentran? ¿Qué consecuencias tienen? ¿Se pueden evitar? «Los disruptores endocrinos (EDC) son sustancias químicas exógenas capaces de actuar como hormonas y, por lo tanto, de interferir en los procesos en los que intervienen las hormonas, de forma que generan desequilibrios hormonales que pueden desencadenar daños en el sistema reproductor y en el sistema inmunitario, así como alteraciones del sistema neurológico o dolencias metabólicas e incluso cáncer», alerta Marta Massip, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud y directora del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

EN EL TEJIDO ADIPOSO
Algunos de estos disruptores se acumulan en el tejido adiposo de manera permanente, lo que afecta especialmente a las mujeres. «Por sus características hormonales, por la mayor presencia de tejido adiposo en su cuerpo y por sus roles profesionales y sociales, las mujeres suelen ser más vulnerables a la exposición a los EDC», alerta Massip. En el ámbito de la alimentación, los EDC más comunes según esta experta son: los pesticidas, que se encuentran, sobre todo, en la piel de frutas y verduras; los metales pesados, que se encuentran en pescado de tamaño grande y de elevado contenido en grasa, como el atún; y los ftalatos, el bisfenol A (BPA) y los compuestos fluorados, presentes en muchos recipientes y utensilios de cocina, como en el recubrimiento de las latas de conserva o bebidas, en las fiambreras y las botellas, o en el recubrimiento antiadherente de las sartenes.

LAS DOLENCIAS
Varios estudios e informes, como la revisión de 2023 del estudio “Endocrine-disrupting chemicals and endocrine neoplasia: A forty-year systematic review” o el informe “State of the Science of Endocrine Disrupting Chemicals – 2012”, de World Health Organization y el Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente (PNUMA), sitúan los EDC detrás de dolencias de prevalencia elevada y que afectan de manera muy significativa a la calidad de vida de las mujeres. Por ejemplo, en la edad reproductiva, la exposición a EDC, especialmente durante el desarrollo uterino, estaría relacionada con pubertad precoz, reducción de la fertilidad, problemas durante el embarazo, cáncer de mama, endometriosis y síndrome de ovario poliquístico, entre otras. «Además, también produce modificaciones epigenéticas que alteran la función génica, lo que provoca potencialmente efectos intergeneracionales en la descendencia», añade Massip. De entre todos estos problemas de salud de las mujeres, los que tienen una mayor prevalencia en edad reproductiva son la endometriosis y el síndrome de ovario poliquístico (SOP), y parece que los EDC pueden contribuir a su desarrollo o su progresión. «La endometriosis es un trastorno que se produce cuando el tejido uterino crece fuera del útero (generalmente, en la cavidad abdominal), lo que ocasiona dolor crónico, menstruaciones incapacitantes e infertilidad», apunta la profesora de la UOC. Parece que la exposición a EDC como el BPA, los ftalatos, los plaguicidas organoclorados, las dioxinas y los bifenilos polibromados y policlorados está relacionada con el desarrollo y la progresión de la endometriosis.
En cuanto al SOP, es una alteración del sistema endocrino y se caracteriza porque puede crear problemas de anovulación, menstruales, de infertilidad, de hirsutismo y de obesidad, además de síndrome metabólico. «Varios estudios ponen de manifiesto la relación entre estos problemas y la exposición a BPA y ftalatos», mantiene Massip.

MENOPAUSIA
Pero la exposición a ciertos EDC no solo afecta a las mujeres en edad reproductiva, sino que también puede incidir en la menopausia. «La exposición a EDC, como los ftalatos, se puede asociar con un inicio prematuro de la menopausia y con una reserva ovárica disminuida, con lo que esto implica en términos de fertilidad y comorbilidad asociada en mujeres jóvenes (dolencia cardiovascular, osteoporosis, diabetes)», especifica la experta. Además, añade que, en mujeres con menopausia fisiológica, algunos EDC se han asociado con una mayor frecuencia de síntomas vasomotores, como los sofocos, y un mayor riesgo de patologías crónicas, como dolencias cardiovasculares, osteoporosis, diabetes y depresión.

PARA EVITAR LA EXPOSICIÓN
Lo primero que hay que tener claro, según Massip, es que no hay un nivel de exposición seguro: «La exposición simultánea y constante a diferentes EDC hace que estos puedan actuar conjuntamente y produzcan efectos negativos sinérgicos o aditivos». Teniendo en cuenta esta premisa y que tampoco es posible «escapar» del todo de los EDC, la profesora de la UOC da algunas estrategias para intentar minimizar la exposición diaria vía ingesta:
1. Sustituir los recipientes de plástico por recipientes de vidrio para almacenar los alimentos y las bebidas.
2. No calentar comida en recipientes de plástico ni reutilizar recipientes de plástico para las bebidas.
3. Utilizar sartenes y recipientes de cocción de materiales como el acero inoxidable.
4. Reducir la ingesta de comida procesada y enlatada.
5. Optar por alimentos con certificación ecológica y cuya procedencia se pueda verificar, ya que la regulación de pesticidas no es la misma en todo el mundo.
6. Optar por pescado de tamaño más pequeño y, por lo tanto, con menos bioacumulación de metales pesados y otros contaminantes.
«Estas medidas tienen un impacto positivo en la salud de la población en general y de las mujeres en particular», explica Massip, y añade que también es clave mantener un peso adecuado y estable. «Algunos de los EDC se acumulan de manera permanente en el tejido adiposo; por lo tanto, los periodos recurrentes de adelgazamiento-engorde pueden movilizar los EDC inmovilizados en el tejido adiposo».

COSMÉTICA Y JUGUETES
Pero estos tóxicos no solo se encuentran en el sector de la alimentación. «Por ejemplo, los ftalatos están presentes en algunos juguetes y actúan dañando el ADN de los espermatozoides», explica Guillem Cuatrecasas, médico y profesor colaborador del diploma de experto de Nutrición y Estilos de Vida Saludables de la Mujer de la UOC. También hay en la cosmética (pintalabios, cremas, máscaras faciales, perfumes, agua de colonia, etc.), en los productos de limpieza del cabello, en los productos para el cuidado de los dientes y la boca o en los pintauñas. «Como consumidores, tenemos que ser conscientes de lo que compramos y utilizamos. Pequeños cambios en el día a día pueden reducir nuestra exposición a los EDC», concluye Cuatrecasas.