REBELIÓN CIENTÍFICA/CRISIS CLIMÁTICA/Alberto Coronel/Agnes Delage: “Cada vez más científicos están dispuestos a arriesgar su estatus para evitar los peores escenarios”

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Updated: octubre 17, 2022

Alberto Coronel es madrileño de familia soriana. Es doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid e investigador posdoctoral en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Está especializado en cuestiones de filosofía y ecología política. Es miembro de Rebelión Científica y de Ecologistas en Acción. Agnes Delage es franco-española y en la actualidad es catedrática de Ciencias Sociales en la Universidad de Aix Marseille. Está especializada en cuestiones de democracia participativa y ambiental. Es miembro del colectivo Rebelión Científica. Ambos estarán en BioCultura Madrid 2022.

-Una parte de la clase científica está claro que no está de acuerdo con cómo se están gestionando muchas cosas que tienen que ver con el clima… y con otros asuntos. ¿Es así?
A.C: Efectivamente. Pero decir “no está de acuerdo” sería, quizás, quedarse cortos. Una buena parte de la comunidad científica internacional no puede creerse lo que lo que está pasando, y tiene miedo. Desde Rebelión Científica no nos resignamos ante la dirección que han tomado nuestras sociedades y que el secretario general de la ONU llamó, por muy buenas razones, una “senda suicida para la humanidad”. La irresponsabilidad con la que los gobiernos y los responsables económicos están enfrentando o, mejor dicho, dando la espalda a la gravedad de la crisis climática es algo que solo puede ser justamente calificado como criminal, por la cantidad de vidas que ya se han perdido, y por las que siguen poniendo juego. Por eso nació Rebelión Científica, gracias a las científicas y científicos de 32 países que están dispuestos a hacer acciones de desobediencia civil no violenta. Cada vez más científicos están dispuestos a arriesgar su estatus y su libertad para evitar que los peores escenarios lleguen a cumplirse. Y deben creer que los peores escenarios son mucho peores de lo que la gente está dispuesta a creer. Hasta ahora, se esperaba de la comunidad científica que se limitase a documentar e informar acerca del estado de las cosas, pero ese rol resulta insoportable cuando año tras año se verifican los peores pronósticos de los años anteriores. Este verano lo hemos visto claramente. Los incendios han batido récords, las olas de calor ya no eran olas que llegan rápido y se van rápido, sino semanas de calor insoportable. En los territorios más pobres, esto se traduce en pérdidas de cultivos, sequías, hambrunas y migraciones. Y lo peor de todo es que sabemos a ciencia cierta (y en este caso la expresión es literal) que la situación no va a mejorar a menos que tomemos medidas preventivas y adaptativas de manera urgente. No podemos seguir dándole la espalda a esta crisis.  

CIENTÍFICOS TÍTERES
-Hacías referencia a que una “buena parte” de la comunidad científica. Pero, ¿y la otra parte? ¿Se podría decir que las industrias y los gobiernos han “comprado” a esa otra parte de los científicos, que han pasado a ser sus títeres?
-Agnès D:
 Sí, hay títeres y sobre todo traficantes entre una pequeña parte de la comunidad científica. En 2010, una encuesta al respecto fue un best seller : “Los mercaderes de la duda”. Los dos autores documentaron cómo durante cuatro décadas un puñado de científicos y asesores científicos de alto nivel, con conexiones directas en política e industria, realizaron campañas para engañar al público y negar verdades científicas comprobadas, sembrando una duda metódica sobre ellas. Esto sigue existiendo a gran escala en todos los países y, en España, lo vemos a diario con otras formas de corrupción de la verdad científica; por ejemplo, con las cátedras universitarias financiadas por empresas privadas que sirven muy poco para investigar, pero sí sirven mucho para hacer estudios “a medida” de los intereses de sus patrocinadores. Y cuando digo esto, hace falta dar una lista de nombres que no para de crecer: las cátedras financiadas por Mercadona, Iberdrola, Ecoembes, BP, Inditex, Naturgy, SEAT, Bayer, Repsol, demuestran que en nuestro país la universidad y la academia siguen formando parte de un sistema de greenwashing a gran escala que intenta frenar e impedir la transformación profunda de nuestra sociedad. Los científicos son sólo una pieza del dispositivo ya que gran parte de la prensa nacional participa de este sistema porque también recibe financiación directa o indirecta de estas entidades. También hay partidos políticos, como Vox en España, y una parte del PP, que, al denunciar un “fundamentalismo ecológico” en la Ley del Clima, sirven eficazmente todos los intereses económicos que quieren paralizar las políticas públicas y secuestrar los bienes comunes. Pero ni toda la prensa calla, ni toda la ciencia otorga la criminal inacción climática. La mayoría de la comunidad científica tiene compromisos intransigentes con la deontología, la verdad y, ahora, hay científicas y científicos de prestigio internacional que se unen al militantismo ambiental noviolento. Y por eso la gente confía masivamente en nosotras ya que un 91% de los españoles confía en lo que dice la ciencia para tomar medidas frente a la catástrofe climática.

LA MOVILIZACIÓN
-¿Cómo os estáis movilizando vosotros/as?

-A.C: El pasado 6 de abril, por ejemplo, lanzamos sangre falsa (agua con remolacha), en el Congreso de los Diputados. La acción tuvo una repercusión mediática enorme, y mucha gente la apoyó firmando nuestro manifiesto [disponible en: https://www.rebelioncientifica.es/manifiesto-rebelion-cientifica/]. Este fue el pistoletazo de salida de la Rebelión Científica en España. Muchas personas se han unido al movimiento desde entonces. Sin embargo, no somos ingenuos: lanzar pintura contra un edificio no resuelve el problema; a lo sumo, denuncia que el problema existe y transmite (en el mejor de los casos) el mensaje de que hay investigadores, científicos y científicas que ya no aguantan más escribiendo papers que nadie lee y dando conferencias en congresos que nadie atiende. Y es que quizás no se haya entendido todavía qué significa “No hay planeta B”. Dicho con una metáfora náutica: si el barco lleva rumbo de colisión, el vigía no se sienta a escribir tranquilamente un informe a la espera de que el capitán decida leerlo. El vigía grita, y, si no se le escucha, patalea, y si aun así no logra alertar al capitán, lo agarra por las orejas y no lo suelta hasta que dé la orden de modificar el rumbo. Porque mucha gente, además de la familia del vigía, los amigos del vigía, los hijos y los futuros nietos del vigía, también van en ese barco. El problema, por supuesto, es que hay muchos capitanes y no todos ellos son políticos. Por eso, muchas de nuestras compañeras han ido a Alemania en coalición con otros movimientos con la campaña #HablemosClaro… para exigir honestidad política, sinceridad científica y reformas gubernamentales urgentes desde el país que más influencia ha tenido en el diseño de la política energética europea. Quienes no hemos ido a Alemania seguimos dando guerra por las calles, universidades e instituciones españolas para seguir ganando fuerza como movimiento.

LA CIUDADANÍA
-¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie?

-A.D. La acción ciudadana más eficaz y decisiva es la acción colectiva: el ciudadano de a pie tiene muchísimo más poder de lo que cree. Y no me refiero al mantra del “consumidor actor” que tanto nos venden. Sí que los gestos individuales son importantes, pero no bastan en absoluto para hacer frente al cambio de sistema que necesitamos y que reclama la comunidad científica a través de los informes del IPCC. Concretamente, el último informe del IPCC reclamaba una acelerada “democratización de la acción climática”, es decir, que la gente pueda participar directamente en la toma de decisiones que afectan no sólo a nuestro futuro sino también a nuestra supervivencia como especie. Un ejemplo: la cuestión del consumo de carne y de la ganadería intensiva en España se instrumentaliza y está secuestrada por los partidos políticos que la usan como campo de batalla. Esta polarización bloquea el cambio y permite a muy pocos grandes grupos agroindustriales convertir nuestro territorio en la macrogranja de Europa, arrasando con nuestros acuíferos. Con una asamblea ciudadana sobre alimentación y sistema agrícola, como la que se está celebrando en Suiza actualmente, podríamos consensuar con la ciudadanía plenamente informada las medidas de decrecimiento masivo que recomienda la ciencia y además garantizar la justicia social. Lo que está haciendo Holanda actualmente. Por eso yo diría que lo que puede hacer el ciudadano ahora en un contexto tan dramático de guerra en Europa y de crisis energética es lo que estamos haciendo los científicos en Rebelión Científica: unirse y organizarse para presionar colectivamente a los responsables políticos para reclamar el derecho a participar directamente en la acción climática. Y no es ninguna utopía, es lo que recomienda el consejo de Europa de manera urgente: contar con todos nosotros para salvar nuestras vidas y nuestros bienes comunes.

LA CRISIS CLIMÁTICA NO ES TTOALMENTE REVERSIBLE
-¿Es reversible la crisis climática? ¿Llegamos a tiempo? ¿Puede ser peor todavía?
-A.C: 
¿Es reversible la crisis climática? Totalmente reversible, no. ¿Llegamos a tiempo? Sí y no. ¿Puede ser peor todavía? Totalmente sí. Cada una de las preguntas podría llevarnos mucho tiempo, pero, simplificando, todo se resume en lo siguiente: cada año que dejamos pasar sin disminuir la cantidad de materia y energía que consumimos a escala global (pues de ese consumo vienen las emisiones y el grueso de los problemas ambientales) el presente y el futuro se vuelven más y más peligrosos. Creemos –y muchos científicos lo han reconocido– que el umbral de seguridad climática situado en el 1,5ºC respecto de los niveles preindustriales está perdido, y sabemos que si la temperatura llega a los 2ºC los sistemas terrestres harán que suba a 3ºC debido a los bucles de retroalimentación que ya no podremos controlar. El ejemplo más fácil de entender es el bucle que forma el calentamiento climático con la superficie blanca; es decir, la pérdida del permafrost. Si los polos se derriten la superficie terrestre deja de reflejar radiación y comienza a absorberla. Además, el metano –como el del Nord Stream 2– es liberado de su jaula geológica y se suma a las emisiones antropogénicas. Esto significa que pasamos de negativo a positivo: lo que antes ayudaba a regular la temperatura ahora ayuda al conjunto de las dinámicas contrarias. El resultado de la suma de estas dinámicas por el deshielo, por la deforestación, por la acidificación de los océanos, etcétera, es un planeta Tierra distinto al que vio nacer la agricultura. Por ello, el problema ya no solo es el de reducir las emisiones. A esto tenemos que sumarle la tarea de prepararnos mejor para los cambios que ya son irreversibles. 

BIOCULTURA MADRID 2022
-¿Qué vais a hacer en BioCultura Madrid 2022?

-A.C. Vamos a buscar ayuda, apoyos, recursos, refuerzos… Porque solos no podemos lograr que una sociedad cambie. Y también, porque solos no tiene sentido intentar cambiar una sociedad. En los próximos meses es muy probable que muchas de nuestras compañeras lleven a cabo acciones de desobediencia civil y que terminen siendo detenidas. Hay muchas personas que no se ven a sí mismas haciendo desobediencia civil. Lo entendemos. Pero pedimos a esas personas que arrimen el hombro de otra manera, que se unan al movimiento, apoyen en redes  locales o aporten recursos para que podamos hacer frente a multas y detenciones.
-AD: Y también iremos a BioCultura Madrid 2022 a explicar que, si bien estamos ante un problema enorme, existen soluciones efectivas que han sido diseñadas y recomendadas por la comunidad científica pese a las miles de trabas y de paralizaciones que ponen los intereses económicos. Existen soluciones, sociales, económicas y sobre todo políticas… para generar una transición ecológica justa y a gran escala. La crisis climática es la crisis del conjunto de nuestro sistema productivo y organizativo actual: o cambiamos o no sobreviviremos en las condiciones de vida actuales.