OPINIÓN Una reflexión (en 7 puntos) sobre el “carroñavirus” de Pedro Burruezo

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Updated: abril 7, 2020

“El mundo moderno ya está en la UCI” es el título de este texto de Pedro Burruezo sin desperdicio que glosa la pandemia del coronavirus desde un prisma holístico que trufa la ecología profunda con la sabiduría perenne.


1. Un simulacro global. La pandemia existe. Es real. No es un invento. No sabemos, es verdad, si responde a algo espontáneo más o menos natural o a un asunto estratégico geopolítico (y sus afines) que se ha ido de las manos o no. Quizás es un virus biotecnológico que han creado para sacarse a unos cuantos abuelos de encima y ponerle freno a la explosión demográfica. Más allá de lo que podamos llegar a saber y/o intuir, es verdad. Existe. El colapso del sistema sanitario también es muy real. Algunos doctores contraculturales, antialopáticos, han sido un poco ingenuos e imprudentes, en los albores de la pandemia, aseverando que el coronavirus no representaba un peligro serio para la ciudadanía. En cualquier caso, todo esto también es una extraordinaria excusa, que es lo que nos interesa ahora, para llevar a cabo un experimento global de contención. De contención, sí, pero no de virus. Sino de personas. De revueltas. De disidencias. Ante un hipotético colapso económico inminente, ante las últimas consecuencias del neoliberalismo, los que gobiernan el planeta se ven en la necesidad de llevar a cabo estrategias para detener sublevaciones populares cuando llegue el momento. De forma premeditada o no, se les ha otorgado una excusa perfecta para llevar a cabo un simulacro global. El capitalismo y su destrucción asociada conllevan la necesidad de las élites de salvaguardar sus intereses en los próximos tiempos ante escenarios cada vez más distópicos. La protección de esos intereses de ínfimas minorías conlleva el hambre, la enfermedad y la miseria para cada vez más grandes porcentajes de la población de todo el orbe, además de la destrucción de la ecosfera gaiana. Se trata de empezar a prever esas sublevaciones multitudinarias y extraer conclusiones para ponerles freno con garantías de éxito, pues las élites son cada vez menores y los afectados son ya 7 mil millones de personas. ¿Cómo contenerlos? La élite no sólo aspira a dominar la Tierra económicamente. Su afán de  poder es insaciable.

2. Colapso económico. Como ya digo, no sabemos si lo que está ocurriendo es algo deliberado o no, pero sí sabemos quiénes van a ser los más favorecidos. Cuando pasa algo muy gordo, siempre hay que ver a quién beneficia. De momento, bancos, empresas de telefonía, empresas energéticas, grandes cadenas agroalimentarias, agencias televisivas… no han dejado de operar. Y, además, pronto habrá una vacuna. Y las farmacéuticas se harán de oro. Y, por si fuera poco, nos están haciendo creer a todos que son más necesarias que nunca. Farmacéuticas, bancos, agroalimentación convencional, energía… Es decir, los que gobiernan el mundo en la sombra. Eso sí, los usureros se llevan la palma. Todos los gobiernos del mundo van a quedar enormemente endeudados, así como millones de empresas, autónomos, familias, etc. Todo esto se podría titular así: “O de cómo tener la sartén por el mango”. Todas las tradiciones espirituales han alertado del peligro de una economía regida por la actividad usuraria y especulativa, que no es lo mismo, pero que son complementarias. La usura destruye la sociedad, la Naturaleza y hasta la capacidad espiritual de las personas, pues no hay nada peor que vivir con una soga al cuello… para olvidar lo esencial. Por ello, la usura estuvo prohibida en todas las tradiciones espirituales. La usura es el peor de los males de nuestra sociedad, que son muchos. Ahora, ya todo el mundo está “atrapado y bien atrapado”. Los que gobiernan el mundo ya no necesitarán ni siquiera ejércitos… Se están frotando las manos.

3. Colapso ecológicoEstá un inminente colapso económico. Y también un inminente colapso ecológico. Pues, al fin y al cabo, la crisis es sistémica, y abarca todos los ámbitos. Ambas son las excusas perfectas para un estado de sitio global. Las masas abrazarán con alegría, como ya está ocurriendo ahora, el hecho de que, por el bien común, un único mando global se haga cargo de la situación e imponga el toque de queda planetario. Hay que escuchar “a los expertos”. De estos colapsos mentados nadie, con un poco de sentido común, alberga ninguna duda. ¿Cuándo llegarán definitivamente? Eso nadie puede saberlo. Esto sólo está siendo un anticipo. El neoliberalismo significa el último eslabón del capitalismo. Su capacidad de destrucción es extraordinaria. Las élites que lo conducen aspiran a salvarse a sí mismas cuando llegue el desenlace definitivo. La competición por los recursos va a ser atroz. Traerá graves disturbios bélicos en todo el planeta. La élite ensaya cómo hacer frente a esos disturbios y salir indemne. Cosa, por otro lado, absolutamente imposible. WWF ha presentado recientemente un informe sobre la relación directa entre la destrucción de la naturaleza, el cambio climático y el aumento del riesgo de pandemias, como la actual Covid-19. La organización destaca que la alteración del equilibrio de los sistemas naturales por destrucción directa del hábitat, pérdida de biodiversidad, tráfico de especies, intensificación agrícola y ganadera, sumado a los efectos amplificadores del cambio climático, aumentan notablemente el riesgo de aparición de enfermedades transmisibles al ser humano. Según WWF, para reducir el riesgo es urgente frenar la extinción de especies, conservar los ecosistemas, reducir la huella ecológica, luchar contra el cambio climático y asumir que la salud de los humanos depende de la salud del planeta. A mayor destrucción de la Naturaleza, mayores pandemias de coronavirus. Y también todo lo demás, sea o no vírico: cáncer, obesidad, enfermedades degenerativas, disruptores endocrinos, esterilidad… ¿Ya nadie se acuerda de todo eso? WWF recuerda que “el 70% de las enfermedades humanas tienen origen zoonótico, es decir, están producidas por microorganismos patógenos que se transmiten al hombre a través de una especie animal. Virus y bacterias conviven con nosotros desde siempre y se distribuyen entre las distintas especies sin afectar al ser humano en hábitats bien conservados. Sin embargo, cuando la naturaleza se altera o destruye, se debilitan los ecosistemas naturales y se facilita la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al hombre, con los consiguientes efectos negativos sobre la salud”. Por no hablar de contaminación química, nuclear, electromagnética, acústica, lumínica… y de cómo todo ello contribuye a destruir los sistemas inmunitarios de las personas y de la sociedad entera.

4. El advenimiento de un gobierno global o la llegada de Al Dayyal/El Anticristo. A los habituados a las lecturas de textos escatológicos de las diferentes tradiciones espirituales lo que está ocurriendo no les sorprende. Forma parte de un guión ya predicho hace siglos, incluso milenios. En todo caso, pueden llamar la atención los detalles, pero no la trama, ya conocida. Las diferentes tradiciones espirituales nos hablan de una época, la actual, Kali Yuga, una era de destrucción, alteración de la naturaleza, desaparición de las familias y de un mundo gobernado por gente mediocre llevada por sus más bajas pasiones. Una sociedad, en definitiva, que vive por completo de espaldas al hecho espiritual y que, por si eso fuera poco, lo niega rotundamente. La culminación de este proceso será la llegada de Al Dayyal (para los musulmanes) o del Anticristo (para los cristianos), por citar dos ejemplos, análogos, por más señas. Algunos textos le presentan como un ser despiadado, sin compasión, extremadamente pérfido y sutil. Tuerto y que procede de Oriente. Podría ser, más que una persona en concreto, un estado de cosas, un estadio de la Humanidad. Lo que está claro es que se hará cargo del gobierno mundial y que lo hará engañando a las masas, cada vez más analfabetas y dóciles. Muy pocos se resistirán a sus encantos y a sus cantos de sirena, que no harán otra cosa que instaurar la corrupción a cascoporro de forma engañosa. Ya pasa ahora: lo que es normal es reconocido como aberrante y lo aberrante es asumido como natural. La usura, por ejemplo. Será capaz de hacer milagros (bueno, los nuevos capitostes de la era tecnológica ya lo hacen poniendo en contacto a millones de personas, cruzando a cerdos con tomates o creando semillas que dan plantas estériles). Millones y millones de personas en todo el planeta verán con buenos ojos el hecho de que exista una cúpula de mando global, que se presentará a sí misma como la única solución posible para enmendar la situación de mundos distópicos hasta extremos inimaginables para la especie humana, como ya hemos dicho, y que ya estamos viendo. Habida cuenta de que las “señales menores” de este proceso parecen haberse dado ya, las “señales mayores” y el advenimiento de esta figura, ya sea “corporativa” o personal, o las dos cosas, representarán el último escalón de un proceso destructivo sin parangón en la historia del planeta y, más concretamente, de la Humanidad. Eso sí, nosotros (un servidor y los suyos) seguiremos viviendo a nuestra manera: haciendo todo lo posible para ponerle freno a lo que vendrá y a la gran mentira actual, la que se ha creado los cimientos para dar luz al mundo moderno.

5. “Un mundo en peligro”. Tanto si todo lo que está ocurriendo en estos días es premonitorio de la llegada del Anticristo como si no, tanto si es algo premeditado como si no, lo que sí está muy claro es que el endiosado universo tecnológico del hombre moderno es una realidad muy irreal, vulnerable e inestable, aunque los popes de la era transhumana nos quieran convencer de lo contrario. En muchos sentidos, también en la lucha contra los virus. Recientemente, según leemos en Nosolocine.net, Oriol Pérez Treviño nos recuerda un informe de hace unos meses de la investigadora noruega Gro Harlem Bruntdland. Fue la supervisora de un informe, realizado por 15 expertos mundiales de diversas disciplinas, que se presentó la última semana de 2019 en Nueva York, coincidiendo con la cumbre de la ONU sobre la cobertura sanitaria global. Mientras estaba estallando la crisis china. “Informe anual sobre la preparación Mundial de Emergencias Sanitarias”, el subtítulo. Su título es muy explícito: “Un mundo en peligro”. En la página 15 de este informe, en su versión española, podemos leer: «Aumentan las probabilidades de que se declare una pandemia a escala mundial. Si bien los avances científicos y tecnológicos ofrecen nuevos instrumentos para promover la salud pública (lo que incluye efectuar una evaluación segura de las contramedidas médicas), también permiten la creación o recreación en laboratorio de microorganismos que pueden causar enfermedades. Una liberación intencionada complicaría la respuesta al brote epidémico resultante, ya que, además de decidir la forma de luchar contra el patógeno, habría que introducir medidas de seguridad que limitarían el intercambio de información y fomentarían las divisiones sociales. En conjunto, los eventos naturales, accidentales o intencionados causados por patógenos respiratorios de gran impacto plantean ‘riesgos biológicos catastróficos a escala mundial’. El mundo no está preparado para una pandemia causada por un patógeno respiratorio virulento y que se propague con rapidez. La pandemia mundial de gripe de 1918 afectó a un tercio de la población mundial y mató a 50 millones de personas, el 2,8% de la población total. Si hoy en día se produjera un contagio parecido, en un mundo con una población cuatro veces mayor y en el que se puede viajar a cualquier lugar en menos de 36 horas, podrían morir entre 50 y 80 millones de personas. Además de estos trágicos niveles de mortalidad, una pandemia de este tipo podría causar pánico, desestabilizar la seguridad nacional y tener graves consecuencias para la economía y el comercio mundiales’”. Sea por los virus, por el calentamiento global, por los disruptores endocrinos, por la contaminación nuclear, por los conflictos bélicos por los recursos entre estados, por las nuevas hambrunas, por los nuevos terrorismos de fanáticos religiosos o de personajes de ultraderecha que actúan como “lobos solitarios”… el mundo moderno está a un tris de una gran hecatombre. Este es el principio. Lo peor está por venir. Ojalá me equivoque. Se trata de un mundo extremadamente débil, irracional y enfermo.

6. El verdadero drama es que el mundo moderno sobreviva al coronavirus. En estos días, unos/as y otros/as se apresuran a señalar que el asunto del coronavirus puede ser una buena excusa para que la Humanidad recapacite y opte por cambiar el rumbo suicida por el que optó hace ya unos siglos. Lo que está ocurriendo ahora sólo es el resultado de décadas y décadas de separación del ser humano de su esencia más espiritual y de la caída en la dualidad. A los que están en una vía iniciática viva todo lo que está ocurriendo no les sorprende en absoluto. Y, como ya he dicho, la escatología de las diferentes tradiciones es clara al respecto. Se veía venir. No es que me alegre, ni mucho menos, pero es que no queda otro remedio. El compost más fértil surge de la podredumbre. Me explico… La misma Humanidad que ha sido capaz de destrozar la Naturaleza y de crear un mundo donde tantas cosas anormales (como la usura o la trata de blancas) han pasado a ser algo completamente asumido por la mayoría de la población… así como el sistema productivo, económico, social, alimentario… que ha creado… nunca será capaz de encontrar una solución a los problemas que esa misma sociedad ha gestado. No se puede dejar a un pederasta al frente de una guardería para que se cure de su patología. La sociedad materialista no tiene las claves ni la sabiduría ni los métodos para abandonar el camino de la destrucción sin dejar de ser ella misma. La solución llegará no gracias al hombre moderno, sino a su pesar. Con mucho dolor, eso sí, como estamos viendo. Y lo que vendrá… La religión, en su versión más exoterista, que es lo que prima hoy en todo el planeta, ha abandonado su dimensión mística y, por tanto, es incapaz de dar respuesta a las principales preguntas que hoy nos asuelan. En el mejor de los casos, es capaz de contener los incontables deseos del ser humano, de una parte pequeña de la población, pero no puede dar respuestas del todo fiables. Le falta su esencia, su razón de ser. Al ego insaciable no se le puede batallar desde la negación literalista. Tarde o temprano, será una batalla perdida… De aquellos barros… estos lodos. Ya no es hora de salvar el mundo. Probablemente, ya no tiene remedio. Los esfuerzos llevados  a cabo, dentro del sistema, han sido improductivos. Hay que salir del materialismo, el principal eje del mundo moderno. ¿Y para qué quisiéramos salvar el mundo de la usura, de la contaminación, del proxenetismo, de la mentira, del materialismo, de la injusticia social, ese mundo que confina a los ancianos en geriátricos y que condena a los fetos a un futuro incierto y cosificado mientras hace desaparecer la diversidad biológica y desertiza la vida en Gaia? Lo que se impone ahora es que nuestras almas no sean, también, pasto de las llamas. Ni pasto, asimismo, de ese positivismo sentimentaloide que hace tanto daño como la propia destrucción de la sociedad moderna, ya sea neoliberal o comunista. No hay otra senda de regreso al sentido común, a la justicia y lo verdadero, que no integre la dimensión mística. Dicho de otro modo: construir una casa sólida pero con los cimientos de plomo, y no de paja. Saber quiénes somos para estar en el mundo y, antes que empezar a vivir, empezar a morir, que es la única verdadera y genuina libertad posible. Para poder vivir de espaldas a las ideas que nos han traído hasta aquí y que ya denunció, hace mucho tiempo, entre otros, Edward Goldsmith.

7. Conclusión. Está todo dicho. O casi. Aquí, algo que respondía recientemente en una entrevista a colación de la publicación de nuestro último disco. “Al Andalus S. XXI”, muy pocos días antes de que la bofetada de la crisis del coronavirus nos hiciera salir de nuestro letargo: “Yo no sé si nuestra música es atemporal, pero sí es sincera. Vivo al margen de la gran industria discográfica, pero no al margen del público, que, vayamos donde vayamos, nos despide siempre (o casi) puesto en pie al final del concierto, nos conozca o no (cuando hay público, claro). Yo voy a mi bola. Como decía Camarón: ‘Yo siempre iba a lo mío / Yo siempre iba a lo mío’. Me importa bien poco lo que digan los críticos, lo que digan los programadores y hasta lo que diga el público. (Aunque, obviamente, prefiero que hablen bien, pero no es algo que vaya a hacerme sufrir). Un artista genuino no tiene que tener deudas con nadie, tampoco con su público. Si pierde seguidores en el camino… eso puede llegar a ser muy sano y muy renovador. Cuando me hice musulmán y aprendiz de sufí, en el mundo del rock se me cerraron muchas puertas. No es un mundo tan abierto como presume. Ahora, por fortuna, muchos críticos y seguidores están entendiendo que se pueden tener creencias de hondo calado espiritual y que eso no significa ir de iluminado por la vida ni de ‘cura sermoneador’. Y que, al mismo tiempo, hoy la vanguardia o, más bien, la pseudovanguardia ya no se debería manifestar repitiendo el mismo discurso presuntamente transgresor que las vanguardias históricas, sino con un discurso en las antípodas. Son otros tiempos. La Humanidad se encuentra al borde de un gran colapso mundial. El combate ahora ya no se hace con provocaciones, con ‘boutades’, con onomatopeyas o buscando ‘estados de conciencia alterados’. Hoy lo que toca es buscar estados de conciencia lo más inalterados posible y no hacer sufrir a nadie con tus actos: es decir, volver a la esencia, a lo primordial. La belleza es la mejor forma que he encontrado de combatir la fealdad del mundo moderno, que ha destruido la ecosfera, que, hasta hace dos siglos, era un auténtico paraíso. El mensaje que intento transmitir es que hemos perdido la gran guerra contra la modernidad y su capacidad destructiva. El abismo está muy cerca y va a causar mucho dolor a millones y millones de personas. Ahora, lo que toca es preparar a la población para lo que se avecina: ser capaces de crear luz y belleza donde hay oscuridad y fealdad. ‘Aunque es de noche’, como decía San Juan. Salvar, si no el mundo, sí, al menos, tu propia alma y la de los tuyos, rodeándote de belleza y paz y compasión. Buenos pensamientos, buenos actos, excelencia siempre en el comportamiento con todo el mundo, incluso con los que te desprecian. Activismo y misticismo. Recuerdo de lo divino en todo instante. Ver lo sagrado en todas las cosas, como decía Vandana Shiva. Me dirijo a todo aquel que quiera vivir la vida sin olvidar la llama… dándole la espalda al materialismo que está destruyendo el mundo y, lo que es peor, el alma del mundo. No hay tiempo que malgastar en salvar el mundo que hemos conocido, de destrucción e impiedad, de usura y proxenetismo, de cosificación de la vida. Ahora lo que toca es concentrarnos en proteger las pocas ascuas que quedan de la espiritualidad más esencial y profunda para que, con el viento glaciar que se avecina, no acaben de extinguirse totalmente”. Si vencemos la dualidad y el materialismo, pase lo que pase en el exterior… habremos ganado la gran batalla. El mundo moderno ya está en la UCI… Puede que, para la caída definitiva, sólo haga falta esperar unas cuantas décadas.  Lo importante no es qué pasa en el exterior, sino en qué estadio nos encontramos nosotros…