Los contaminantes químicos de la agricultura industrial viajan miles de kilómetros
Alberto Fernández, en “NovaCiencia”, ha escrito: “Vivimos en el mundo más globalizado de la historia. Esto se traduce en un intercambio de mercancías y culturas como nunca antes se había experimentado, pero también en la dispersión de contaminantes desde las zonas industrializadas a los lugares más remotos y prístinos del globo como es la Antártida. Un equipo de investigación español ha constatado la presencia de contaminantes emergentes en pingüinos barbijo y kril de la Isla Decepción”. Ni siquiera en la Antártida la fauna local se salva de ser expuestos a químicos procedentes de la agricultura industrial de las zonas de la agroexportación (entre otras).
Los océanos son los alcantarillados universales
Jacques Yves Cousteau
Los productos químicos peligrosos viajan a través de la atmósfera y del océano, o de la cadena trófica, desde las zonas industriales donde son fabricados y/o consumidos… hasta zonas remotas, como la Antártida. El asunto se conoce como “destilación global”. Miguel Motas es toxicólogo de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia (UMU) y ha comprobado que compuestos químicos muy tóxicos, presentes en biocidas y otros productos, viajan miles de kilómetros y acaban almacenándose en la fauna antártica. Allí se condensan y se acumulan, entre otras cosas, debido a las bajas temperaturas. Los contaminantes químicos producidos en Europa, China o Canadá acaban llegando a todos los rincones del orbe. Ningún ecosistema se salva. ¿Es esto propio de una humanidad que se jacta de “civilizada”?
BIOACUMULACIÓN
Según el texto de Fernández: “La investigación se centró, en su momento, en evaluar la presencia de ciertos compuestos orgánicos como los perfluorados (PFOS y PFOA), ftalatos [di(2-etilhexil) ftalato (DEHP) y su metabolito MEHP] y bisfenol A (BPA), en pingüinos de barbijo (Pygoscelis antarctica) y en kril antártico (Euphausia superba), dos especies claves del ecosistema marino antártico. Los resultados revelaron datos sorprendentes. En primer lugar, se confirmó la presencia de compuestos perfluorados en casi todas las muestras, especialmente del ácido perfluorooctanoico (PFOA), que fue detectado en el 91.4% de los tejidos analizados. Por el contrario, el sulfonato de perfluorooctano (PFOS) solo se halló en un 5.7% de las muestras, lo que lleva a pensar a los científicos que existen posibles diferencias en las rutas de transporte o en la degradabilidad de estos compuestos en el ambiente polar. Llamativamente, los niveles de PFOA en los pingüinos antárticos fueron superiores a los encontrados en aves marinas del Ártico, lo que podría indicar un aumento reciente de este contaminante en la región antártica o diferencias ecológicas en la bioacumulación”.
TRANSFERENCIA TRÓFICA
Los resultados del estudio del equipo de la Facultad de Veterinaria de Murcia corroboraron la presencia de ftalatos en el kril analizado. Esto no sólo confirma que esta especie está expuesta a contaminantes plásticos, sino que también actúa como vector de transferencia trófica hacia depredadores superiores como los pingüinos. El texto de Fernández aclara: “Curiosamente, no se hallaron ftalatos directamente en los tejidos de pingüinos, pero sí se detectó su metabolito, lo que evidencia una exposición pasada y metabolismo activo del compuesto. Fue hallado en tejidos metabólicamente activos como hígado, riñón, corazón y cerebro. Este hallazgo es particularmente relevante, afirman los investigadores, ya que hasta la fecha no se había documentado la presencia de ftalatos en aves antárticas, y menos aún en órganos internos. Su detección sugiere no solo una exposición continua a estos compuestos, sino también un potencial riesgo para la salud de la fauna polar”. Nuestra sociedad y su sistema económico-productivo acaban arrasando con todo a su paso. Los lobbies químicos tienen un extraordinario poder. Los disruptores hormonales presentes en tantos y tantos contaminantes químicos acabarán esterilizando a todas las especies del planeta. Mientras, los inversores de esas empresas se frotan los manos y los políticos miran hacia otro lado. Y la ciudadanía quiere cambiar las cosas, pero se enfrenta a un laberinto legislativo que es un elefante descomunal.
UNA CONTAMINACIÓN INVISIBLE
El estudio no es nuevo y se analizaron muestras de tejidos de adultos y polluelos de pingüinos, así como de kril, su principal presa. En total, se procesaron 34 muestras biológicas que incluyeron órganos internos como hígado, riñón, músculo, corazón y cerebro, sometidas a técnicas avanzadas de cromatografía líquida acoplada a espectometría de masas para detectar la presencia de los contaminantes mencionados. El equipo liderado por Miguel Motas llama la atención sobre la presencia de estos contaminantes, aunque los niveles detectados sean bajos en comparación con los umbrales de toxicidad aguda, su persistencia, capacidad de bioacumulación y efectos subletales justifican una vigilancia ambiental continua. Para nosotros lo importante es que ese estudio, como tantos otros, demuestra que la contaminación no tiene fronteras. Pero, en este caso, esa polución tiene un agravante: es invisible. Han transcurrido algunos años desde ese informe y no ha cambiado prácticamente nada en la legislación. Al contrario, se ha agravado. La agricultura industrial es una de las principales culpables de tanto desastre. Posiblemente, la contaminación en las aves antárticas haya empeorado desde entonces. Mientras, el capitalismo depredador sigue avanzando hasta que consiga destruir todos los ecosistemas del planeta. Los científicos documentan la magnitud del problema. Pero nadie, o prácticamente nadie, hace nada para evitarlo.
METALES PESADOS
Otros investigadores han hallado también en la Antártida niveles de mercurio semejantes a los del hemisferio. Un metal pesado que también está presente en las plumas de los pingüinos, así como niveles de cadmio y selenio «considerados tóxicos en aves». El cóctel es letal para la vida. ¿Se acuerdan de aquello?: “Piensa global. Actúa localmente”. La agroecología no sólo conserva la biodiversidad de los ecosistemas donde se lleva a cabo, sino que acaba protegiendo también a los seres vivos de las zonas más lejanas.




