LIBROS/Jesús Quintano: “Hay poca información sobre insectos en agricultura desde un punto de vista positivo”
Cuando se habla de insectos en general pensamos en mosquitos molestos, en plagas… cuando son seres esenciales para la vida y el bienestar de todos como nos muestra en su libro el naturalista y agroecólogo Jesús Quintano Sánchez. Ha asumido como trabajo su pasión por conocerlos, por transmitir esa esencialidad, la urgente necesidad de conocer para respetar y nos lo explica con palabras sencillas y con una macrofotografía que nos lleva de la mano a un mundo diminuto que ni miramos. Son ya miles las horas que lleva impartidas en cursos, ponencias y doctorados de varias universidades; durante casi veinte años ha trabajado en la Asociación CAAE llegando a coordinar la campaña Fauna y Flora Beneficiosa para la Agricultura; continuó su labor divulgativa en artículos en medios agroecológicos y hoy trabaja como experto en biodiversidad. Acaba de publicar un libro, editado por La Fertilidad de la Tierra, con el título de «Insectos que ayudan al huerto y vergel ecológicos».
-¿Le puedes explicar tu libro a alguien que no lo haya leído?
-En este libro encontrarás por qué cuando hablamos de agroecología y biodiversidad hablamos de fauna auxiliar y de control biológico, además de su significado. Encontrarás quiénes son los insectos beneficiosos para el cultivo y cuidado de nuestras plantas, cómo identificarlos… y curiosidades que te acercarán más a ellos. Encontrarás cuáles son sus necesidades y cómo se relacionan con el entorno para que podamos actuar en consecuencia con el fin de atraerlos, alojarlos y conservarlos. Como, por ejemplo, por qué algunas plantas los favorecen más que otras o en qué consisten los hoteles de insectos y cuáles son más funcionales. En cuanto a la fotografía, me he esforzado durante años en retratarlos de una manera íntima, en su medio, para que las imágenes acompañen a los textos, complementándolos y mejorando su practicidad.
LOS MÁS BENEFICIOSOS
-¿Cuáles son los insectos más beneficiosos para el huerto y el jardín?
-Todos, porque el beneficio es consecuencia de la comunidad y no del individuo o de la especie en concreto. Por ejemplo, ante la presencia de pulgones, normalmente quienes actúan primero son los depredadores, como las mariquitas, los sírfidos o el mosquito depredador entre otros. Tienen una buena capacidad de controlar los focos iniciales. Pero ante un aumento poblacional es la actuación conjunta con las avispillas parasitoides la que proporciona un control más efectivo. Con las orugas suele pasar lo mismo, sumándose otros auxiliares, como las aves insectívoras, que son de gran ayuda. O quienes viven a ras de tierra. Ese complejo depredador supone no sólo menos plagas, sino también una tierra mejor y más fértil.
-Si estos insectos son beneficiosos, ¿por qué la agricultura industrial utiliza técnicas que acaban con ellos?
-Hace unas semanas se publicó en la revista “Nature” un nuevo estudio que pone de manifiesto cómo la actividad agraria intensiva y el cambio climático están disminuyendo a la mitad la cantidad de insectos en las zonas más afectadas. Una muestra más de cómo se ha desvirtuado el modelo agrario y convertido en un sistema excluyente formado por un único elemento: el cultivo. Todo lo demás sobra, y es sustituido en sus funciones. Los plaguicidas se siguen aplicando por calendario o por si acaso, sin necesidad. Y toda la vegetación acompañante se elimina a base de herbicidas. Pero no sólo donde está el cultivo, también en caminos, lindes, arroyos, cunetas, zonas improductivas… Por lo que tanto los insectos beneficiosos como todos los demás de los que se alimentan, y que no son plaga, mueren por envenenamiento, por falta de alimentación y de hábitat. Y como todo se ha instrumentalizado, si necesitas o te recomiendan un insecto beneficioso, lo compras en un bote y lo sueltas. Dándose la paradoja de que se conoce más el formato comercial o la información de laboratorio que al insecto en sí, en su propio medio. Hoy día conocemos en torno a 1 millón de especies de insectos, siendo los animales más diversos y numerosos sobre el planeta Tierra. Sin embargo, cuando pensamos en un cultivo nos sobran dedos de las manos para enumerar quiénes suponen verdadero problema. Esto nos da para reflexionar. Necesitamos ampliar, difundir y generar conocimientos sobre el importante papel de los insectos en nuestro bienestar.
“Desde niño me ha fascinado siempre la vida animal, la naturaleza que nos rodea. De adulto seguí manteniendo la curiosidad, especialmente por los seres minúsculos. Cuando empecé con los estudios agrícolas, a finales de los 90, formaba parte de una asociación estudiantil llamada Aula de Agricultura Ecológica y no entendía por qué teníamos que dedicar más tiempo a estudiar plaguicidas, casi todos prohibidos hoy día, en vez de estudiar, por ejemplo, los insectos que podían evitar su necesidad de uso”
LO QUE PERDEMOS
-¿Qué perdemos también junto a todos esos insectos que van desapareciendo?
-Los insectos tienen un papel clave en la estabilidad del medio que nos rodea, en nuestra salud y bienestar. No sólo influyen en la regulación de plagas, también en la necesaria polinización favoreciendo la formación de frutos y semillas cultivadas. Más del 80% de los principales cultivos dependen en mayor o menor medida de los polinizadores y lo mismo las silvestres, de cuyos frutos y semillas depende gran parte de la comunidad de aves y mamíferos. También forman parte de los llamados ingenieros de la tierra, que con su labor van generando una tierra mejor, más acogedora para las raíces, influyendo también en la dinámica de la materia orgánica. Además, los insectos son una fuente de alimentación esencial para toda la comunidad animal terrestre y de agua dulce, es decir, aves, mamíferos, reptiles, anfibios, peces, arácnidos… Nuestra diversidad biológica se ve muy afectada con la pérdida de insectos y más al ritmo al que esto sucede en las últimas décadas. Todo ello se traduce en más plagas, menos alimento y más debilidad de los ecosistemas.
-¿La agroecología representa un freno a esta debacle? ¿Por qué?
-Sí, absolutamente. La agroecología da respuesta al declive de insectos del que nos están alertando los científicos en los últimos años, porque es plural, colectiva e integradora para con la vida. Cuando piensas en agroecología, inmediatamente piensas en biodiversidad, en materia orgánica. Solo estas dos palabras, estos dos conceptos, ya llenan de vida el entorno del cultivo. Y eso se traduce en funcionalidad, que significa polinización, control biológico, humificación, fuente de alimentación… Las materias activas empleadas son menos tóxicas para el medio, tienen un menor impacto y se aplican con mayor conciencia. No se elimina con herbicida la vegetación, y esta forma parte de la estructura del paisaje que rodea al cultivo y a la finca donde se produce. Resumidamente, las prácticas agroecológicas cubren mejor las necesidades de los insectos mejorando las condiciones de hábitat y disponibilidad de alimento.
UN CONSEJO
¿Qué le dirías a alguien que quiere dedicarse a la agricultura y que quiere optar por la agricultura con elementos químicos de síntesis?
-Que los elementos químicos de síntesis tratan de sustituir la funcionalidad de los organismos beneficiosos que influyen desde en la fertilidad de la tierra hasta en el control biológico. Y que, además, el aumento en el uso de este tipo de sustancias es inversamente proporcional a la presencia de vida. Por lo tanto, producirás en un entorno no sólo más incompatible con la vida a tu alrededor, sino también con la tuya propia.
-¿Por qué libros como el tuyo son necesarios?
-Porque hay poca información práctica sobre insectos en agricultura o jardinería desde un punto de vista positivo. Porque está escrito desde el conocimiento generado entre plantas y terrones. Porque responde a la necesidad de conocimiento sobre este tema que he recibido por parte de la gente durante años de encuentros. Y porque los minúsculos llevan décadas pidiéndonos a gritos nuestro reconocimiento y consideración.
EL PRINCIPIO
-Por último, dinos cómo empezaste a interesarte por todos estos temas…
-Desde niño me ha fascinado siempre la vida animal, la naturaleza que nos rodea. De adulto seguí manteniendo la curiosidad, especialmente por los seres minúsculos. Cuando empecé con los estudios agrícolas, a finales de los 90, formaba parte de una asociación estudiantil llamada Aula de Agricultura Ecológica y no entendía por qué teníamos que dedicar más tiempo a estudiar plaguicidas, casi todos prohibidos hoy día, en vez de estudiar, por ejemplo, los insectos que podían evitar su necesidad de uso. En esos momentos la bibliografía y la información práctica era muy escasa, procediendo en su mayoría de otros países. Pero llegó a mis manos la obra del entomólogo y naturalista Jean-Henri Fabre. A partir de ahí, sólo acudía a pedir apuntes y a los exámenes. El resto del tiempo lo pasaba en la huerta y campos de cultivo, observando y aprendiendo lo que quisieran enseñarme los minúsculos.