EL LIBRO/ “INFANCIA SIN PESTICIDAS”/CARLOS DE PRADA “Muestro los riesgos que los pesticidas representan para los niños y aporto soluciones”

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Updated: septiembre 28, 2020

Este mismo jueves es la convocatoria de Hogar sin Tóxicos para la prensa, donde se presenta el nuevo libro de Carlos de Prada, “Infancia sin Pesticidas”. Se trata de una rueda de prensa virtual en la que también hablarán otros expertos en el tema, como el Dr. Leonardo Trasande, desde Nueva York; el Dr. Nicolás Olea, desde Granada; y el Dr. Juan Antonio Ortega, desde Murcia. Nos hemos adelantado y le hemos entrevistado sobre el interesante libro que acaba de publicar.

-¿Nos puedes presentar tu nuevo libro? ¿Cómo se lo resumirías a alguien que no lo haya leído? 
-“Infancia sin pesticidas” es una obra que, en un lenguaje llano y divulgativo, muestra los riesgos que los pesticidas representan para los niños y que da algunas soluciones, con frecuencia sencillas, para evitar o reducir la exposición a estas sustancias. Son compuestos  -insecticidas, herbicidas, fungicidas, etc.- que, a diferencia de otras sustancias tóxicas, han sido diseñadas específicamente para dañar a organismos vivos y que, aunque teóricamente debieran hacerlo solo con las especies objetivo, al final acaban dañando a otras especies no objetivo, como los seres humanos. Los científicos han asociado la exposición a estas sustancias con los más diversos efectos. Por ejemplo, la Asociación Americana de Pediatría alude a cánceres infantiles o a  efectos sobre el desarrollo del cerebro. La comunidad científica está especialmente preocupada por los efectos que pueden producirse a concentraciones muy bajas, inferiores a los niveles legales permitidos y que se consideran supuestamente «seguros» por las autoridades. Especialmente interesantes son los informes de la Endocrine Society que hablan de que cada año en Europa se pierden 13 millones de puntos de coeficiente intelectual en los niños por la exposición a pesticidas organofosforados, en concreto. No hablan de niños expuestos a concentraciones especialmente altas, ya desde su gestación o en la infancia, sino de niños de la población general expuestos a bajas concentraciones. Como son sustancias que se usan en cantidades inmensas, por ejemplo en la agricultura no ecológica, pero también en los hogares, en cunetas, parques y jardines, etc., al final virtualmente toda la población está expuesta. La mayor parte de las personas tienen ya en su cuerpo algunas de estas sustancias, sobre todo a través de la alimentación no ecológica que es la principal vía por la que llegan al organismo. De ahí la importancia de optar por una alimentación ecológica.


LOS MÁS VULNERABLES
-¿Los niños son los más vulnerables a los pesticidas? ¿Por qué? 
-Es realmente preocupante lo que nos dice la ciencia al respecto. Porque resulta que no es solo que los niños sean más vulnerables ante estas sustancias sino que además están expuestos a mayores concentraciones de ellas que los adultos. Los factores que juegan en contra de los niños son muchos. Para empezar, en proporción a su peso y tamaño, los niños comen, beben y respiran más que los adultos, de modo que así pueden entrar en ellos mayores cantidades relativas de estas sustancias. Sus patrones de alimentación difieren de los de los adultos, y pueden ingerir mayores cantidades de ciertos alimentos que tengan una mayor presencia de algunos pesticidas. Además, por su estatura, están más cerca del suelo, lo que facilita una mayor inhalación de algunas de estas sustancias presentes en el ambiente. Suelen también estar más directamente en él y llevarse las manos a la boca. Su inconsciencia les lleva, por otro lado, a no evitar ciertos escenarios de riesgo. Tienen también más superficie relativa de piel. Una piel que además es más permeable. Si a ello se suma que en ellos no han madurado aún sus sistemas de desintoxicación orgánica, a causa de lo cual eliminan peor los tóxicos que ingresan en su organismo, no es de extrañar que en los infantes se acumulen mayores concentraciones. Por si todo lo anterior no fuese poco, están en pleno desarrollo. No son lo mismo los efectos que pueden darse en un organismo ya construido como el de un adulto que los que pueden darse en un organismo que está en construcción. Están en formación sus órganos y funciones. Y lo están mediante una serie de procesos químicos muy delicados, por ejemplo hormonales, que la presencia de una serie de contaminantes pueden alterar. Los efectos en un niño pueden ser más profundos y pueden manifestarse no solo en la infancia sino después en el estado adulto de las más diversas formas. Algo que está mereciendo especial atención es lo que los científicos denominan «ventanas de exposición», es decir, momentos críticos del desarrollo en los cuales la exposición a contaminantes pueden causar mayores alteraciones.
-¿Qué pesticidas hoy prohibidos eran habituales cuando nosotros éramos pequeños o posteriormente?
-Esta pregunta es muy interesante. Porque sirve para que hagamos una reflexión clave. Mucha gente confía ciegamente en las autoridades. Creen que, si un pesticida está autorizado, es que no representa riesgo alguno. Que aunque esté presente, por ejemplo, en las frutas y verduras, no pasa nada, porque las autoridades nos dicen que está a concentraciones por debajo de las permitidas. Sin embargo debemos tener bien presente que muchos de los pesticidas que las autoridades nos decían con enorme aplomo, hasta hace nada, que eran totalmente seguros, hoy están totalmente prohibidos. Obviamente, no es que entonces las sustancias fuesen inocuas y que ahora se hayan vuelto perjudiciales. Esas sustancias eran dañinas cuando las autoridades nos afirmaban que eran seguras. Cada año se va engrosando la lista de pesticidas prohibidos. Pero se tarda mucho, años y a veces décadas, desde que la ciencia sabe que un pesticida es peligroso hasta que las autoridades lo prohíben. Y en ese tiempo las personas, y en este caso los niños, siguen exponiéndose a esas sustancias y sufriendo sus posibles efectos. En su día nos decían que el DDT, el Dieldrin, el Lindano… eran «seguros». El Lindano, por ejemplo, aparte de otros usos, estaba en los anti-piojos que se vendían en las farmacias y los padres lo aplicaban alegremente en el permeable cuero cabelludo de sus hijos. Porque las autoridades decían que no pasaban nada, que era inocuo. Hoy esa sustancia está en los listados de sustancias bioacumulativas más peligrosas. Esas sustancias fueron sustituidas por otras que nos dijeron que eran supuestamente más «seguras». Pero de nuevo muchas de esas nuevas sustancias acabaron siendo prohibidas: Paration, Diazinon, Aldicarb… y así decenas de ellos. Un caso emblemático, bien reciente, es el del Clorpirifos, un insecticida sobre el que se habían acumulado, año a año, toneladas de evidencias sobre sus efectos negativos en los niños, pero que las autoridades se resistían a prohibir.  Pero una y otra vez se repite lo mismo, cuando una sustancia se prohíbe, se sustituye por otras que se nos asegura que son «seguras», incluso a pesar de la creciente evidencia científica en contra que se acumula sobre muchos de ellas. Hoy nos dicen que, por ejemplo, el Glifosato es «seguro», obviando la enorme cantidad de investigaciones que lo asocian a problemas como el cáncer o la disrupción endocrina. O nos dicen que los neonicotinoides, o los piretroides, u otros pesticidas son «seguros». Al fin y al cabo, como digo en uno de los capítulos del libro, lo que es pasado es prólogo. Muchos de los pesticidas que hoy nos dicen que son seguros es más que probable que, simplemente, no lo sean. Con frecuencia se sustituyen pesticidas sobre los que se ha estudiado mucho acerca de sus efectos por otros que no se han estudiado tanto. Pero que no se haya estudiado algo no implica precisamente que se pueda afirmar que son seguros.
“Mucha gente confía ciegamente en las autoridades. Creen que, si un pesticida está autorizado, es que no representa riesgo alguno. Que aunque esté presente, por ejemplo, en las frutas y verduras, no pasa nada, porque las autoridades nos dicen que está a concentraciones por debajo de las permitidas. Sin embargo debemos tener bien presente que muchos de los pesticidas que las autoridades nos decían con enorme aplomo, hasta hace nada, que eran totalmente seguros, hoy están totalmente prohibidos”


LITERATURA CIENTÍFICA
-¿La literatura científica es muy clara al respecto, verdad? ¿Entonces porque la clase política no obra con mayor contundencia? 
-Se debe distinguir muy bien lo que es la ciencia de verdad, la de la comunidad científica, que se lleva a cabo por los centros de investigación más prestigiosos del planeta, y la «ciencia» industrial, la realizada y/o pagada por las industrias fabricantes de pesticidas. La ciencia de verdad, publica sus investigaciones en revistas científicas de prestigio de modo que miles de científicos de todo el planeta pueden revisar sus resultados, ver qué materiales se han usado, con qué métodos, cómo se han interpretado… ver, en suma, si el estudio se ha realizado bien y si realmente, por ejemplo, un pesticida concreto está asociado al cáncer infantil o a efectos en el desarrollo cerebral. Pero la «ciencia» industrial, con demasiada frecuencia, no hace esto. Lo que hace son estudios secretos que no se publican en revistas científicas y que, por lo tanto, no pueden ser revisados del mismo modo por la comunidad científica. No es solo que sean estudios realizados o pagados por las mismas industrias que están interesadas en la comercialización de un pesticida, -lo que obviamente genera un conflicto de interés-  sino que además, como comento, son secretos. Algo inconcebible: estudios secretos en un tema que atañe a la salud pública. Lamentablemente una buena parte de las evaluaciones de riesgo oficiales de los pesticidas se basan fundamentalmente en estos estudios de la propia industria, marginando miles de investigaciones científicas realizadas por la ciencia académica que emplean los sistemas más avanzados de evaluación de los riesgos. De hecho, criterios que se aplican oficialmente por agencias reguladoras como la EFSA para evaluar el riesgo han sido dictados por la propia industria. Un ejemplo es la llamada puntuación Klimish, realizada por trabajadores de un fabricante de pesticidas (BASF) y que sirve para decir que son los estudios de la industria y no los de la ciencia académica los que han de prevalecer a la hora de ver si un pesticida causa un efecto o no. Otro hecho a tener en cuenta es lo que, por ejemplo, denunció el Tribunal Europeo de Auditores, acerca de los conflictos de interés existentes en los paneles de expertos de agencias como la EFSA. Existe una resistencia brutal de la industria que busca que no se tenga en cuenta lo que dice la ciencia académica a la hora de evaluar el riesgo de los pesticidas. La ciencia, por ejemplo,  la Academia Americana de Pediatría, dice que las normas actuales son ineficientes para proteger a los niños. Los científicos denuncian  entre otras cosas importantes que se aprueban pesticidas sin evaluar antes efectos clave para los infantes, como son los que se producen sobre el desarrollo cerebral. La lista de graves deficiencias de la toxicologia oficial es tan larga que sería empezar y no acabar: no se estudia el efecto cóctel, no se evalua debidamente la disrupción endocrina (según la propia OMS), etc. La respuesta a por qué no se escucha a la ciencia o, en suma, a la voz de la razón, parece evidente: poderoso caballero es Don Dinero. La industria tiene mucho poder. Tienen ejércitos de lobbistas influyendo en Bruselas y en los gobiernos e instituciones nacionales.

 

-¿Qué países nos llevan ventaja en lo que a la protección de la infancia frente a los pesticidas respecta? 
-La verdad es que tampoco es que haya países ideales plenamente y son varios los factores a tener en cuenta. Por ejemplo, que las normas de los países están condicionadas muchas veces por normas supranacionales, como las de la UE, que han sido mediatizadas por la industria. Pero podemos ver, por ejemplo, aquellos países que más han promovido la producción y el consumo ecológico ya que, como comentaba, la principal vía de exposición humana y de los niños en particular es la alimentaria y la promoción del consumo ecológico es una forma muy importante para reducir la exposición. Hay  países que tienen un relativamente alto porcentaje de superficie de cultivo ecológico, respecto del total de su superficie agraria. Por ejemplo, según datos de Eurostat de 2018, países como Austria, que tenía ya un 24% de su superficie agraria total como ecológica, Suecia un 20%, Italia un 15%… están en vanguardia. España tenía algo más de un 9%. La media de la UE es de un 7%. No obstante, es algo a considerar que hay países que, aunque no tengan un porcentaje demasiado superior al de España en cuanto a su porcentaje de superficie de cultivo, sí que tienen un porcentaje muy superior al de España en cuanto a consumo ecológico de sus ciudadanos. De hecho, buena parte de la producción ecológica de España se exporta. Paises como Suiza, Dinamarca o Suecia tienen un nivel muchísimo más alto que el nuestro de consumo de productos ecológicos (dentro del cual se incluyen las frutas y verduras). Es evidente que se debe hacer algo para que el consumo ecológico interno crezca más en nuestro país, aunque siga creciendo poco a poco. Hay más conciencia en países de nuestro entorno como Francia, Dinamarca, etc. Algo que puede haber influído es que una serie de gobiernos europeos hayan intentado dar pasos importantes adelantes para  reducir notablemente el uso de pesticidas, con sus altos y bajos. A escala Europea es de aplaudir la reciente estrategia Farm to fork que busca reducir en un 50% el uso de pesticidas y llegar a un 25% de producción ecológica en 2030. Algo que nos puede servir de apoyo para promover avances en España que hoy, por cierto, es el mayor consumidor de pesticidas de la UE.  Pero hay que estar muy vigilantes porque la industria ha puesto en marcha todo su arsenal para impedirlo. Podríamos hablar de más factores vinculados a la exposición a pesticidas, aparte de la alimentación y de países que, como Francia por ejemplo, han dado pasos serios para reducir o eliminar el uso de pesticidas en una serie de espacios públicos. Pero sería extenderse mucho.

MAMPORREROS POR LA INDUSTRIA
-¿Las empresas productoras de pesticidas, además de sus lobbies, tienen a gente trabajando en las redes para desviar la información sobre los asuntos relevantes como los efectos de estos productos en la salud de los consumidores?
-No tengo datos concretos al respecto, porque no lo he investigado, y por ello no puedo afirmar o negar, sobre todo si la pregunta se refiere a gente remunerada para ello. Aunque de suceder tampoco sería demasiado sorprendente. No es infrecuente que estas industrias no aparezcan directamente en defensa de sus intereses sino que promuevan que sean otros con apariencia más «social», o «espontánea», supuestamente «independiente», o a veces «técnica» e incluso «institucional» los que lo hagan. Más allá del tema de las redes sociales, que como digo no he analizado, todos conocemos a algunas personas que se dedican,  a través de diversas vías, a hacer de mamporreros a favor de la industria y de toda una estructura oficial que la ampara. Defienden los intereses creados y esgrimen una supuesta «ciencia» que no es otra que la de la industria. Es algo similar a lo que se vio con los negacionistas del cambio climático, solo que ahora es con esto. No les interesa lo que de verdad dice la comunidad científica, la ciencia académica. Ni siquiera el sentido común. Tienen obviamente quien aplaude su «heroica» labor de sembrar mentiras y confusión, a favor de un modelo que está envenenando las tierras, las aguas y los alimentos, empobreciendo los suelos y a los propios agricultores, contribuyendo al despoblamiento rural, destruyendo empleo, acabando con la biodiversidad, generando productos de peor calidad, haciendo desaparecer la mayor parte de variedades de plantas de cultivo del planeta que podrían ser claves para el futuro de la alimentación mundial, contribuyendo al cambio climático… y, en fin, a tantas cosas. Que Dios les perdone.
COVID-19
-¿Qué opinión tienes acerca de todo lo que está ocurriendo frente a la crisis de la Covid-19? 
-Bueno, es un tema que está un tanto fuera de aquellos que más me ocupan, como este de los pesticidas y demás tóxicos químicos. Y siempre prefiero hablar de temas que he investigado en profundidad. Pero algo que tiene en común este tema de la Covid 19 con los de los tóxicos, con independencia de cual sea el origen último de todo esto del virus (algo sobre lo que espero que alguna vez se haga cierta luz), es que nos ha mostrado de forma bien nítida uno de los mayores pecados de nuestra sociedad: una pasmosa ineficacia a la hora de alertar a tiempo acerca de los riesgos y prevenirlos. Instituciones  que, como la OMS, tienen presupuestos de miles de millones de euros, con todas sus lujosas oficinas y despachos, sus grandes edificios, sus altos y pomposos cargos, sus legiones de expertos o supuestos expertos… dedicados principalmente a cosas como esta de alertar acerca de epidemias y demás… ven que los telediarios de todo el planeta se llenan de imágenes de territorios en China con decenas de millones de habitantes confinados,  montones de personas vestidas con trajes especiales, como en una película apocalíptica, enormes hospitales que se levantan ad hoc ante algo que se ve que es realmente para echarse a temblar… y al parecer no ven en ello motivos para alertar. Dejando pasar un montón de tiempo, a pesar de saber, como sabe cualquiera, que vivimos en un mundo interconectado en el que miles de aviones van diariamente de aquí para allá, de un país a otro, y en concreto desde China a todo el mundo. Permitiendo que la pandemia se extienda y extienda por el orbe.  Puede decirse mucho acerca de cómo la OMS es una institución política -y quien habla de política lo hace también de intereses económicos- más que científica y sobre otra serie de cosas que pueden explicar su desastrosa actuación. Pero sería largo. Cambiando de tema y por volver al tema de los contaminantes químicos, sin dejar de hablar tampoco del tema de la Covid 19, pero a otro nivel, decir que importantes científicos internacionales han comentado cómo la falta de prevención en el tema de las sustancias tóxicas y de la contaminación en general puede haber propiciado que haya un mayor número de casos graves y fallecimientos a causa de la pandemia. Porque, como explican, muchos contaminantes a los que estamos expuestos han sido asociados a un incremento de riesgo de padecer una serie de problemas de salud que se cuentan entre aquellos que nos hacen más vulnerables ante la Covid 19. Que, en definitiva, si se hubiese reducido la exposición humana a esa polución a lo largo de las últimas décadas ahora la población sería más sana y estaría mejor preparada para afrontar esto.

TRABAJO Y DISCIPLINA
-¿Cómo lo haces para publicar tantos y tan notables libros? ¿No duermes, jajaja? 
-Hombre, no sé si son tan notables, aunque desde luego mi esfuerzo, y no es poco el que hago, es para hacerlos lo mejor posible. Sí. La verdad es que duermo bastante poco. ¿Cómo lo hago? Trabajo y más trabajo. Disciplina. No hay otra. Meses y meses buscando y leyendo estudios científicos, consultando… Son obras que tienen cientos de referencias científicas cada una… Pero el verdadero secreto no es el trabajo en sí, sino la motivación profunda que es la que me hace avanzar.  Obtengo cierta secreta compensación -y eso es lo que realmente mueve y explica lo que hago- si pienso que al menos en algo, aunque no sea mucho, puedo haber ayudado a que haya un mundo un poco mejor. Es como una aventura. Como atravesar una selva o subir una alta montaña, solo que en este caso es una selva o una montaña de datos. No importa la dificultad. Hay un disfrute en el esfuerzo. Siempre he querido ganarme la vida haciendo algo a favor de la vida y no en contra de ella. Y hacerlo es motivador.