“GREENWASHING” EN EL TEXTIL/Gema Gómez: “Hay pruebas del ‘greenwashing’ que practican empresas como H&M y Decathlon”
Gema es fundadora y directora ejecutiva de la plataforma de formación y consultoría en moda, sostenibilidad, circularidad y regeneración… Slow Fashion Next desde el 2011. Así como del directorio de marcas de moda sostenible Moda Impacto Positivo. Trabajó en grandes cadenas de moda en Madrid y en institutos de tendencias en París. Ahora trabaja para dar respuesta a los desafíos sociales y medioambientales del S. XXI, impartiendo cursos y conferencias en diferentes universidades, escuelas de negocio y empresas en España y el extranjero. Es miembro del Consejo Asesor de BioCultura.
-¿H&M y Decathlon hacen “greenwashing” en el textil? ¿Hay pruebas evidentes?
–Pues afortunadamente sí, hay pruebas, de que sus reclamos ecológicos y sostenibles son vagos, con información escasa, no comparable y confusa. Existen diferentes informes que lo demuestran, de organizaciones como Changing Markets (https://greenwash.com/); y ahora la Autoridad de Consumo de Noruega, por ejemplo, ha determinado que las afirmaciones que hacían usando el Indice Higgs no eran correctas porque este índice usaba información sesgada. Estos movimientos son muy importantes porque, por fin, podemos empezar a hablar con seriedad de lo que significa sostenibilidad en el sector textil.
NO ES ALGO AISLADO
-¿Es algo aislado en el textil o cada vez más empresas presumen de “verdes” cuando no lo son?
–Efectivamente, este tipo de reclamos existen en todos los sectores y es muy complicado muchas veces demostrar esa falta de fiabilidad. En el sector textil en concreto la cadena de suministro es muy segmentada desde la producción de la materia, su procesamiento para convertirlo en hilos y tejido después, los procesos húmedos, la confección… Hasta que llega el producto al usuario/a ha pasado por decenas, sino cientos de manos, y certificar todo eso es muy complejo.
-¿Nos puedes poner ejemplos de otras grandes empresas que practican esta tendencia totalmente ilícita y fraudulenta?
–Esta es una práctica muy normal en moda. Por ejemplo, poner unas prendas de plástico brillante de color flúor y un texto estilo futuro consciente https://fashionunited.es/noticias/moda/futurismo-consciente-h-m-presenta-su-nueva-coleccion-studio-fw22/2022083039336. O, por ejemplo, llamar a una marca algo relacionado con slow y que luego las prendas sean 100% poliéster proveniente de combustibles fósiles mezclado con metales. (https://slowlove.es/mini-vestido-de-tejido-con-lurex). O decir que tus empleadas ganan un salario legal cuando los que trabajamos en este sector sabemos que en el tercer mundo hay que multiplicar por dos, de dos a cinco veces, un salario legal para que se convierta en un salario digno que permita a las personas vivir dignamente (https://ropalimpia.org/noticias/salarios-dignos-2019-analisis-de-los-salarios-pagados-en-las-fabricas-de-la-industria-textil-global)
POLIÉSTER
-¿Qué pasa con el poliéster reciclado?
–El poliéster reciclado tiene los mismos efectos nocivos que el poliéster convencional. Desde nuestras lavadoras liberamos millones de micro plásticos, en concreto media tonelada anual según la Fundación Ellen Macarthur. Además, estos microplásticos son bombas químicas que atraen a otros químicos en el agua. Luego se los comen los peces y nosotros/as nos comemos a los peces, es decir, que pasan microplásticos con sustancias químicas tóxicas a nuestra cadena trófica a través de las prendas que vestimos. Además, las sustancias químicas tóxicas son disruptores endocrinos que afectan a nuestra salud y pueden producirnos diferentes enfermedades.
-¿Cómo ves el sector del textil sostenible en la actualidad? ¿Hacia dónde se dirige?
–Creo que estamos en un momento de mucha confusión, por un lado, y al mismo tiempo vemos una gran oportunidad, por otro. Mucha confusión porque desde que en el mercado se han puesto los «bonos verdes» y el mundo financiero se ha girado hacia la sostenibilidad, parece que todo se ha acelerado mucho. El problema es que la sostenibilidad es un término complejo y no es tan fácil aplicarlo en el día a día; sobre todo, porque las alternativas no las tenemos siempre a mano. Por eso, ferias como BioCultura ayudan mucho a acercar esas alternativas a ese consumidor/a final.
LA CERTIFICACIÓN
-¿Por qué es tan difícil crear una certificación en el textil, como en la alimentación, donde las cosas estén claras y no quede espacio para el fraude?
–Llevamos muchos años de desventaja frente a la alimentación. Las iniciativas que se crean son empresas privadas y cada una mide una cosa diferente. Con la nueva estrategia de tejidos sostenibles y circulares de la Unión Europea es muy posible que esto cambie. Se está estudiando la creación de una etiqueta, el PEF (Product Environmental Footprint) con toda la información de cada prenda y sus impactos. Creo que es un primer comienzo que va a llevar a las personas a tener cada vez más consciencia de la ropa que usan y de lo que quieren y no quieren llevar cerca de su piel.