EXPOSICIONES/»CIENCIA FRICCIÓN» María Ptqk “Todo es Uno y Uno es Todo: la biología y algunas tradiciones nos dicen lo mismo”

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Updated: junio 7, 2021

Maria Ptqk está detrás de la exposición que podrá verse en el CCCB de Barcelona desde el 12 de junio hasta noviembre de 2021. Una expo titulada: “Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras”. Parte de la evidencia científica de que todas las especies terrestres están unidas por relaciones simbióticas e interdependientes. En la naturaleza no existen organismos autónomos o independientes; todos formamos parte de ecosistemas integrados los unos en los otros. Las especies configuramos una red de colaboraciones, mutaciones e intercambios en la que convivimos como compañeras. La expo cuestiona el antropocentrismo y se apoya en las ideas de Donna Haraway y Lynn Margulis. Arte y ciencia unidos para redescubrir el mundo.

Doctora en investigación artística (UPV-EHU) y Premio Extraordinario de Doctorado, licenciada en Derecho y graduada en Ciencias Económicas, DEA en Derecho Internacional Público en Paris II-Sorbonne, master en Gestión cultural en la Universidad de Barcelona, DEA en Derecho de la Cultura en la Uned-Carlos III de Madrid, María Ptqk ha comisariado “Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras”. Trabajó en el sector de la cultura desde 2000, desarrollando tareas de producción, crítica, curadoría, gestión y coordinación de proyectos. Nos dice: “Mis ámbitos de interés incluyen los nuevos medios y la cultura digital, la comunicación social, las intersecciones entre arte y tecnociencia, los nuevos formatos de producción de conocimiento derivados de la cultura de redes, el feminismo y los estudios de género, y las políticas culturales y de promoción de la innovación y la creatividad”.

-¿Nos puedes explicar qué es “Ciencia Fricción”?
-“Ciencia fricción. Vida entre especies compañeras” es una exposición que parte de una idea en realidad muy sencilla: que todas las formas de vida terrestre somos interdependientes y que no existen unas especies superiores a otras. Pero es una idea que suscita resistencias porque contradice creencias muy asentadas sobre la excepcionalidad humana. Pensarnos como una especie más, una especie que no tiene más derecho al planeta que cualquier otra, nos sitúa en un lugar diferente. De ahí el título: la exposición fricciona algunas convenciones pero también abre espacio para nuevas ficciones en el sentido de nuevas historias, nuevos imaginarios, y ello a través el trabajo de artistas o pensadores que indagan en esta manera de entender las relaciones entre especies. Es una exposición de cultura contemporánea con una vertiente científica y una vertiente artística, y ambas están conectadas porque la ciencia es parte de la cultura contemporánea.

CO-EVOLUCIÓN
-¿Siempre se habla de evolución? ¿Pero no sería mejor hablar de coevolución?
-Una de los argumentos de la muestra es que, más que de evolución, deberíamos hablar siempre de co-evolución. Un organismo no existe de manera independiente sino en el marco de ecosistemas que son habitados y transformados al mismo tiempo por muchos otros organismos. Yo, como mamífero, soy el resultado de la evolución de infinidad de seres a lo largo de miles de millones de años: de las bacterias fotosintéticas que crearon la atmósfera, de las plantas que han mantenido un clima propicio… a la aparición de una forma de vida como la mía, de los microorganismos del suelo que a su vez hacen posible la vida de esas plantas y que me permiten cultivar alimentos, de los hongos con los que comparto un ancestro común… Y también soy el resultado de la evolución de las bacterias que habitan mi propio cuerpo, que descienden de las bacterias primitivas que inventaron los procesos metabólicos básicos que hacen posible el funcionamiento de mi organismo.

TRADICIONES
-¿Todo es Uno y Uno es Todo?
-Hay muchas tradiciones culturales que defienden esa idea. Pero además es interesante comprobar que, aunque con otro lenguaje y otras herramientas, la biología nos está diciendo lo mismo. Desde un punto de vista científico, se puede afirmar que existe una continuidad entre todos los terrestres porque descendemos de los mismos patrones básicos de funcionamiento y estamos comunicados por todas esas conexiones. Somos ecosistemas integrados en otros ecosistemas, tanto si nos consideramos aquí y ahora como en términos evolutivos. Somos un todo y a la vez somos una diversidad infinita.

-¿Qué has aprendido con Donna Haraway y Lynn Margulis más allá de la Teoría Gaia?
-Ambas son dos figuras de referencia para la exposición. Donna Haraway es interesante porque, como biología y filosofía de la ciencia, practica su pensamiento desde los dos lugares al mismo tiempo y eso te obliga a una gimnasia mental que es en sí misma un aprendizaje. Por otro lado, ha reflexionado mucho sobre la relaciones entre especies: la relaciones biológicas, como las que decíamos antes, pero también relaciones culturales y técnicas como las que nos unen por ejemplo a los animales de granja o de laboratorio. También ha escrito sobre la capacidad narrativa del conocimiento científico, es decir sobre el poder de la ciencia para construir relatos, para “hacer mundo”. Y hoy necesitamos urgentemente “hacer mundo” de nuevo con las otras formas de vida, con nuestras compañeras terrestres. Lynn Margulis es una figura fundamental de la biología contemporánea. Nos dice que el motor de la evolución no es la competencia sino la simbiosis y la colaboración, que esas son las principales fuentes de cambio evolutivo. Considera que la forma de vida más sofisticada son las bacterias, precisamente por su simplicidad: son las creadoras de todas las demás y las más autónomas, pues ellas pueden vivir sin las otras  pero al revés no. Es un pensamiento absolutamente ecologista y situado en la Tierra, y muy atento al papel de todos esos microorganismos sin los cuales no estaríamos aquí. Tanto Haraway como Margulis nos hablan de las conexiones entre los seres vivos y nos alertan contra la prepotencia del ser humano.

CAMBIOS PROFUNDOS
-¿Qué nos falta, qué tiene que pasar, para que el mundo dé un salto al biocentrismo y abandone el pérfido antropocentrismo como motor de la ciencia y de la tecnología?

-Los cambios profundos suelen asociarse con eventos traumáticos a gran escala pero, cuando se mira de cerca, resultan ser procesos lentos. A menudo diferentes modelos co-existen. En la exposición dedicamos todo un apartado a los derechos de la naturaleza, que reconoce el derecho a la existencia de un río, una montaña, o un hábitat o ecosistema en particular. Es un movimiento relativamente reciente, que está cogiendo fuerza sobre todo en los países con fuertes comunidades indígenas pero no solo. No está exento de dificultades pero tiene la virtud de buscar respuestas concretas a problemáticas concretas. Esa multitud de pequeñas respuestas es, en sí misma, creadora de cambio. Tengo más esperanza en este tipo de pequeñas victorias específicas y reales que en la promesa de una gran transformación. Realmente hay muchas realidades ocurriendo a la vez. Hay que buscarlas, contarlas y crear alianzas entre ellas. Independientemente del nombre que le demos, de lo que se trata es de construir mundos más habitables, para los humanos y para los no humanos, para hoy y para las generaciones venideras.

-¿El arte del futuro estará cada vez más relacionado con una visión más esencial e intuitiva de la Naturaleza y del cosmos?
-El arte está viviendo un interés renovado por las ciencias naturales. Hay un boom de artistas trabajando sobre plantas, sobre biodiversidad, sobre animales no humanos, sobre perspectivas biocéntricas… Después de varias décadas centrado en la identidad individual y colectiva, en la imagen, en la semiótica, en la tecnología, es como si ahora estuviéramos redescubriendo el mundo natural con un asombro genuino, como si lo viéramos por primera vez. Este interés también es reflejo de la creciente preocupación por el deterioro del medio ambiente porque la cultura es una caja de resonancia de la sociedad: no hace falta tener una conciencia ecologista muy desarrollada para sentir alarma frente al ritmo acelerado de la extinción de especies, la deforestación o el aumento de la temperatura. Pero, a la vez, el sistema del arte contemporáneo está absolutamente inscrito en las mismas lógicas neoliberales que se hayan en el origen de ese deterioro. Lógicas en las que, aunque en diferente grado, todas las personas participamos de una manera u otra, ya sea a través del consumo alimentario, de nuestros dispositivos electrónicos… Nuestro modelo de vida se sostiene por la extracción de recursos naturales y la destrucción de hábitats y ecosistemas. Así que el arte está en ese lugar de ambigüedad. Se hace eco de estas contradicciones, a veces contribuye a elaborarlas y a abrir ciertos debates… Pero también participa de todas las dinámicas de consumo acelerado de recursos. Es un reflejo de nuestra sociedad, para lo bueno y para lo malo.

LA INTUICIÓN
-¿Podríamos decir que la intuición, como forma de sabiduría, está más relacionado con el biologismo… y que el antropocentrismo es más “cuadriculado”?
-Si por “cuadriculado” entendemos racionalista, es verdad que el antropocentrismo viene de esa tradición. Pero una cosa es el racionalismo como corriente intelectual y otra cosa es “lo razonable”. Y ciertamente creer que el ser humano es el centro del mundo es poco razonable. En términos medioambientales, la cultura occidental, que se autodenomina racionalista, se comporta de manera bastante irracional. Sin embargo, las culturas no occidentales, de tradición biocéntrica, que desde nuestra perspectivas tenemos tendencia a considerar irracionales, tienen relaciones con las otras especies y con la naturaleza mucho más razonables. En cuanto a la intuición, la entiendo como una forma de inteligencia o de sensibilidad (si es que hay una diferencia entre ambas) y me interesan muchísimo las prácticas que amplían nuestra conciencia en un sentido más integral. Es verdad que salir del antropocentrismo supone un cambio en la percepción. Pero no considero que la intuición, por sí misma, sea sinónimo de una visión biologicista o ecológica. La intuición expande nuestro entendimiento pero lo puede expandir también en un sentido destructivo.