ENTOMOFAGIA/CONSUMO DE INSECTOS / Quieren normalizar el consumo

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Updated: febrero 7, 2023

Nos dicen que el consumo de insectos puede tener efectos positivos en la salud de las personas y que su cultivo es más sostenible que otros tipos de ganadería. Pero por qué comer cucarachas cuando hay otras alternativas… se pregunta Pablo Bolaño. Un estudio del grupo de investigación FoodLab de la UOC identifica los parámetros que contribuirían a mejorar la aceptación del consumo de insectos. “Prefiero las lechugas y los garbanzos, que también son muy sostenibles”, responde Bolaño.

Nunca mato a los insectos. Si veo hormigas o arañas en la habitación,
las recojo y las llevo fuera. El karma lo es todo
Holly Valance

Un blues de Pata Negra, el “Blues de los Niños”, allá por los 80, presentaba una letra con una situación grotesca y muy divertida. “Y un niño le preguntaba a su mamá… Mama mía… Dime si las aceitunas tienen patas… Y la madre le decía… Hijo mío…. Ya te has comío una cucaracha”. Ahora, el contenido de la pieza vuelve a estar en el ojo del huracán. Los hermanos Amador fueron unos adelantados en muchos asuntos, también en la promoción de la ingesta de cucarachas, jajaja. Se buscan dietas más sostenibles que incluyan proteína barata. Joan Antoni Guerrero, en el boletín de la UOC, escribe: “La mayoría de las personas, un 58%, que han participado en una encuesta como parte de un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) sobre el consumo de insectos, opinan que en el futuro podrían ser una fuente alternativa y sostenible de proteína y, por lo tanto, piensan que su integración en la dieta se podría convertir en una realidad”. Los resultados del estudio “Consumers’ Acceptability and Perception of Edible Insects as an Emerging Protein Source” se han publicado en abierto en el “International Journal of Environmental Research and Public Health”Este estudio forma parte de la tesis de la estudiante de doctorado Marta Ros, dentro del programa de doctorado de la UOC en Salud y Psicología.

UNA COSTUMBRE ANTIGUA
El texto de JA Guerrero continúa: “El objetivo del estudio ha sido identificar los parámetros que contribuirían a mejorar la aceptación del consumo de insectos a fin de introducirlos como fuente sostenible de proteína en la dieta del futuro. A pesar de que la entomofagia, es decir, la ingestión de insectos como alimento por los humanos y los animales, era una práctica común entre nuestros ancestros, desde China hasta el Imperio romano, hace mucho tiempo que se abandonó, aunque el consumo se mantiene en países como China, Tailandia, Japón, Colombia, México, Perú, Brasil y algunos países de África”. Nosotros añadimos: y menos mal que se abandonó. Porque no me hace ninguna gracias tener que, como mis antepasados, volver a comer cucarachas, hormigas, ciempiés, etc. Y digo yo: ¿No hay otras alternativas que sean igualmente ecológicas y sostenibles? Me da igual si, en el futuro, hay empanadas “bio” de mosca. Aunque sepan bien, sean ecológicas y sostenibles, yo seguiré con mi dieta orgánica, perdurable, saludable y sana de toda la vida. Que ya sabemos que da resultados inmejorables. Bastante irritación me creaban siempre “els cargols a la llauna” (caracoles ‘a la lata’) que se metía mi madre entre pecho y espalda los días de guardar.

A QUIÉN LE IMPORTA LO QUE DIGA LA FAO
Parece ser que, según Guerrero, “la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) promueve la necesidad de examinar las prácticas modernas de la ciencia de los alimentos para aumentar el comercio, el consumo y la aceptación de insectos. Varios estudios han probado los efectos positivos del consumo de insectos para la salud en animales y humanos. En animales, los estudios muestran resultados positivos en el control del peso, reducción de los niveles de glucosa en sangre y de colesterol y aumento en la diversidad de la microbiota. Las grasas que contienen los insectos comestibles son ricos en ácidos grasos insaturados, especialmente en ácidos grasos poliinsaturados, y esto puede tener beneficios en la alimentación. En estudios en humanos, los insectos comestibles han demostrado mejorar la salud intestinal, reducir la inflamación sistémica y aumentar significativamente las concentraciones sanguíneas de aminoácidos”. Sí, vale, me parece muy bien lo que digan los estudios. Pero existen otros informes, igualmente validados científicamente, que señalan que las dietas ovolacteovegetarianas ecológicas son sostenibles, sanas y muy recomendables. Y, si son locales y de temporada, todavía mejor. Pues eso… ¿Para qué importar costumbres que no pertenecen a nuestra cultura? No sabemos qué desastres ambientales nuevos puede crear el que haya granjas enormes, o pequeñas, dedicadas al cultivo de odonatos, ortópteros, isópteros, hemípteros, lepidópteros, coleópteros, dípteros y/o himenópteros en algún pueblo de Albacete o Guadalajara. Eso por no hablar de que, verazmente, a mí lo que diga la FAO me la trae al pairo…

LA MAYORÍA NO QUIERE INSECTOS 
El estudio realizado por la UOC se basa en las respuestas de 1.034 personas que han participado en la encuesta sobre el consumo de insectos. Una inmensa mayoría, el 86%, responde que nunca ha comido insectos, y solo un 13% los ha probado. La principal razón que aducen para no consumir insectos es el asco (38%), seguida por la carencia de hábito (15%), las dudas sobre su seguridad (9%) o razones culturales (6%), entre otras. La reticencia a comer insectos también se pone de manifiesto cuando a los encuestados se les plantea si estarían dispuestos a incluirlos en su dieta habitual. Solo un 16% responde que sí, mientras que un 82% asegura que no lo haría. También una mayoría, el 71%, afirma que no cocinaría insectos en casa, mientras que un 28% contesta que sí. Preguntados sobre si ofrecerían platos con insectos en un restaurante, el 73% dice que no, mientras que un 25% responde positivamente. La mayoría, un 81%, opina que el público general no recibiría bien platos con insectos, pero un 16% cree que sí.

INSECTOS INVISIBLES
Guerrero asevera: “La mayor parte de los encuestados indican que la manera en la que puedan ser preparados los insectos para ser consumidos es importante a la hora de atraer a los consumidores. En este sentido, un 70% de las personas manifiesta que una preparación de modo que la forma natural del insecto no se pueda ver haría que su consumo fuera más agradable. Así mismo, un 10% considera que, si la forma del insecto se hiciera visible, su consumo disminuiría. De manera muy mayoritaria, los encuestados opinan que el formato de harina sería el más interesante (23 %), seguido por el de galletas (6 %) o barritas (5,8 %)”. Me da igual que no se vean: no comeré hamburguesas de grillos ni salchichas de mosquitos. Hasta ahí podíamos llegar… Mi dieta ya es ejemplar en todos los sentidos. Y barata, y sostenible, y saludable, y culturalmente aceptable. Bill Gates quiere que todos comamos carne de laboratorio. Y detrás de todo esto seguro que hay algún otro magnate que tiene megagranjas de bichos en Arizona o en Arkansas. Yo, por ahora, las cucarachas, sólo en las canciones de Pata Negra… Si la cosa se generaliza, soy capaz hasta de hacerme vegano…