EL LIBRO/“DIARIO DE UNA CAMPESINA”/LAURA IBARRA “He aprendido que apenas sabemos nada”

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Updated: abril 6, 2021

En esta primavera la editorial La Fertilidad de la Tierra ha editado, en su colección Tierra de Sueños, el libro “Diario de una campesina”, de la campesina-escritora asturiana Laura Ibarra Telenti, una nueva voz que ha surgido con mucha fuerza. Todo empezó cuando Laura, que enviaba a sus clientas el mensaje de las verduras y hortalizas que tenía esa semana a la venta, añadía otros textos, con una espontaneidad y originalidad que les hacía así compartir sus vivencias en la Naturaleza, la vida en la huerta, en lo rural, a lo largo de las estaciones.

-¿Por qué lo has hecho? ¿Qué te ha llevado a hacerlo?
-Las mismas clientas demandaban un libro constantemente, y fue esa insistencia la que conduce a la publicación.

-¿Por qué es necesaria que esta visión llegue cada vez a más gente?
-La vida desconectada de la Naturaleza y de los ciclos es una opción posible para quien la quiera vivir. No pretendo cambiar el mundo ni la vida de nadie, sólo compartir su cotidianidad desde el amor a lo que hago y la humildad de la vida campesina.  

AGROECOLOGÍA
-¿La agroecología es una solución holística para muchos de los problemas a los que nos enfrentamos?
-La solución de los problemas actuales es demasiado compleja para mí como madre agricultora de la montaña asturiana, con trabajo suficiente con mantener el equilibrio de nuestro pequeño ecosistema. Si cada persona se ocupara de mantener en equilibrio su pequeño ecosistema es posible que mejorara algo el conjunto, pero las variaciones de equilibrio de un planeta entero son algo grandes como para abarcarlas con una simple mente humana. El equilibrio se perdió hace mucho tiempo, ya está muy lejos, quizás sea imposible recuperarlo, o quizás nunca exista como algo estable y sea un imposible, porque todo está en eterno movimiento y la naturaleza de ese movimiento es precisamente transitar entre el equilibrio y el caos.

-¿Qué es lo más bonito que has aprendido siendo campesina?
-Que no somos nada importantes, que sólo somos algo más, que apenas sabemos nada, que es imposible predecir ni rentabilizar, que solo hay una forma y es adaptarse.

“La solución de los problemas actuales es demasiado compleja para mí como madre agricultora de la montaña asturiana, con trabajo suficiente con mantener el equilibrio de nuestro pequeño ecosistema. Si cada persona se ocupara de mantener en equilibrio su pequeño ecosistema es posible que mejorara algo el conjunto, pero las variaciones de equilibrio de un planeta entero son algo grandes como para abarcarlas con una simple mente humana”

MALA IMAGEN
-¿Por qué dirías que la mujer campesina sigue teniendo una mala imagen en la sociedad?
-Porque la sociedad se basa en la imagen del éxito y la mujer campesina no necesita ni éxito ni valoración externa y es tan importante como una lombriz. Quiere decir con esto que es básica y esencial pero anónima y silenciosa, y esto va en dirección contraria a lo que la sociedad le exige a una mujer: belleza, éxito profesional, ser supermamá, perfección absoluta, autoexigencia, independencia…  Ahora hay que depilarse, no depender de nadie, amar sin compromiso, viajar libre con las axilas frescas y el pelo limpio y acondicionado y una ropa de moda de este año muy fina y ligera, tener un aspirador programable y la comida precocinada e imperecedera en la nevera. Todo muy inmediato y superficial. Cuando los valores de una mujer campesina se parecen más a servir, cuidar y amar todo lo que la rodea, producir alimento y seguridad, cuidar, dar calor, dar cariño, en resumen: amar. 

LA PANDEMIA
-¿La pandemia ha hecho que cada vez haya más personas, hombres y mujeres, que van a vivir de y con la tierra?
-Pues eso parece, que el hecho de estar encerradas en un piso acrecentó la necesidad de contacto con la Naturaleza, aunque desde la aldea se vive diferente y es difícil entender lo que pasa por la mente de la gente que vive en la ciudad. Pero sí que hay un aparente movimiento de acercamiento, aunque no multitudinario.

-¿Qué es lo que más te llamó al principio de la agroecología?
-Entonces aún estaba naciendo esa palabra… Cuando me fui a vivir al monte era una joven idealista y luchadora que veía claras las injusticias del Sistema y pretendía cambiar el mundo y mejorarlo. Como debe ser a los 20 años una persona mentalmente sana. Ahora que ya han pasado otros veintitantos años la ilusión por mejorar el mundo y a los demás ha dado paso a otras cosillas más realistas y sencillas, y son destinar la vida a algo que produzca bienestar y riqueza en vez de destrucción, contaminación o enfermedades pues ya es un reto lo suficientemente grande. Solo tenemos una vida, la vida se traduce en tiempo, el tiempo de vida. A qué decidimos dedicar nuestro tiempo es la gran decisión que hay que tomar. En mi caso decidí dedicarlo a tareas sencillas como producir alimento, calentar mi casa y sonreír a la mañana.