DEBATE EN EL MANICOMIO (BIOCULTURA BCN)/Lluís Boada: “El proceso de senectud y de colapso del capitalismo se está acelerando”
Todo apunta a que estamos en un fin de ciclo. Todos los signos nos muestran que la humanidad está ante una gran encrucijada. Los datos auguran una muy mala racha: pandemias, guerras, desastres climáticos, la sexta extinción, el pico del petróleo y una crisis sistémica…. ¿Estamos en el Fin de los Tiempos? Lluís Boada es un brillante analista y su libro “La senectud del capitalismo” muestra que el sistema que gobierna el mundo se encuentra en un pronunciado declive que se expresa en convulsiones agónicas al tiempo que surgen nuevas señales de amor y convulsiones de parto de un mundo (o de un tiempo) nuevo. Pedro Burruezo le entrevista. Ambos protagonizarán un debate en El Manicomio (Sala 2), el domingo de BioCultura, día 8 de mayo, a las 11,30h. Un debate harto interesante…
-Desde que se publicó “La senectud del capitalismo”, con todo lo que ha pasado, ¿han cambiado en algo tus conclusiones…?
-La principal conclusión se expresa en el propio título del libro, pero mi trabajo es más analítico que conclusivo. Trato de aportar argumentos que interpelen al lector y puedan madurar en su espíritu para que vaya sacando sus propias conclusiones. Mi libro está especialmente dedicado a los jóvenes porque son ellos quienes deberán responder, creando algo nuevo, al reto que supone la senectud, el declive “biológico” del capitalismo. Me temo que, desde la publicación del libro, las guerras, la pandemia, los flujos migratorios desesperados, la intensificación del cambio climático y un largo etcétera han aportado nuevos y trágicos motivos que, a pesar mío, confirman y refuerzan la validez de aquella conclusión.
LA ACELERACIÓN
-¿El proceso de senectud y de colapso del sistema se está acelerando?
-En efecto, así es, y desgraciadamente lo sufren más las personas que las cuentas de resultados de las grandes entidades capitalistas, aunque muchas de ellas también van quedando por el camino, mientras la concentración de capital aumenta, siguiendo su inexorable destino. Advertí en mi libro que no estábamos viviendo simples crisis económicas cíclicas que son las que contemplan la mayoría de los economistas. Tuve la fortuna de aprender de mis maestros historiadores franceses, Pierre Vilar y Georges Duby, o de influencia francesa, Jordi Nadal, que, en la historia humana, junto a estos ciclos cortos, se producen ciclos largos, uno de los cuales es el ciclo de vida del capitalismo. Pues bien, mis análisis me llevan a concluir que el sistema se encuentra en la fase declinante de su ciclo y de un modo cada vez más pronunciado. Ha ido devorando gran parte de las existencias que la Tierra tenía destinadas al mantenimiento de la vida y, como consecuencia, ha alterado las condiciones ambientales y, en primer lugar, las climáticas, imprescindibles para la misma. Incesantemente desaparecen especies y la propia vida humana se halla amenazada. Cual Mefistófeles, el capitalismo nos ha ofrecido un modo de vida que la humanidad sólo había entrevisto en sueños utópicos o en mitos, como El Dorado. La humanidad había tenido una dura existencia y la idea del progreso era legítima y justa dentro de unos límites, los que establecen la ética y la naturaleza. Sin embargo, unas pocas generaciones en algunas partes del mundo, insaciables, nos hemos comportado como Fausto vendiendo el alma al diablo. Hemos vivido por encima de las posibilidades de la humanidad en la Tierra fingiendo ignorar que el precio a pagar era muy alto y, antes o después, el “diablo” del orgullo, de la avidez, del egoísmo… no deja de cobrárselo.
“La concentración creciente de capital se refleja en el gigantismo de muchos de los elementos en los que se incorpora. Me referiré solamente a dos casos, las macrogranjas y los navíos de contenedores. La hipertrofia que representan es una enfermedad del sistema envejecido y tiene consecuencias que vale la pena recordar”
LA HUMANIDAD SE ROMPE
-¿Cómo se lo cobra, en tu opinión?
-El concepto mismo de humanidad se rompe y se corrompe. No todos podemos vivir por encima de las posibilidades humanas en la actualidad y mucho menos en el futuro. Esto significa ahora mismo desigualdad social e insolidaridad intergeneracional, con los conflictos que estos hechos originan. No es extraño, pues, que, cuando creíamos haber alejado las guerras, cada vez las veamos y suframos más de cerca. O que tengamos que cerrar los ojos de la conciencia para poder seguir bañándonos en mares convertidos en cementerios de tantos que, creyendo ser nuestros hermanos, venían a encontrarnos. Y qué decir de los suicidios y las depresiones de nuestros jóvenes que no consiguen soportar las dificultades presentes y las angustias sobre el futuro. Así, poco a poco, el sentimiento de humanidad se va apagando. Esta es la otra cara de la moneda con la que el diablo compra nuestra alma. Y es terrible porque el sentimiento de pertenecer a la humanidad ha sido lo que ha engendrado todos los ideales y todas las grandes obras de la historia.
-¿Cómo prevés que serán los últimos coletazos del monstruo y cuándo?
-Ya habrás adivinado por lo que acabo de decir que no considero el capitalismo como un monstruo totalmente ajeno a nosotros. Como sostengo en mi libro, el capital es una posibilidad de nuestro espíritu, ya que el dinero por sí mismo no es capital. Lo que convierte el dinero en capital es lo que nosotros hacemos con él, pero también podemos convertirlo en un instrumento de lo mejor de nuestro espíritu favoreciendo la solidaridad personal o social, por ejemplo, el estado del bienestar. Dicho esto, y volviendo a tu pregunta, hay algo que me preocupa enormemente: el endiosamiento que tributamos a la ciencia y, sobre todo, a las tecnologías. Más aún cuando, a pesar de todas las evidencias, nos empeñamos en subestimar la posibilidad de los accidentes. Estalló Chernóbil, se accidentó Fukushima y también otras muchas centrales nucleares que no han trascendido en igual medida. Y a pesar de ello, la Unión Europea acaba de poner la etiqueta verde a la energía nuclear, mientras, en Estados Unidos, los grandes fondos de inversión financian con sumas fabulosas los proyectos tecnológicos de auténticos “profesores chiflados” que prometen la inmortalidad a los ricos; aspiran a colocar un chip a la naturaleza entera, incluidos nosotros obviamente, futuros ciborgs, según ellos, y a cubrir el cielo de satélites para poder procesar la información obtenida y manejarnos a su antojo.
EL COLAPSO
-¿Cuáles son, desde tu punto de vista, las peores señales, o las más evidentes, del colapso del capitalismo?
-La concentración creciente de capital se refleja en el gigantismo de muchos de los elementos en los que se incorpora. Me referiré solamente a dos casos, las macrogranjas y los navíos de contenedores. La hipertrofia que representan es una enfermedad del sistema envejecido y tiene consecuencias que vale la pena recordar. Una, después de varios avisos con diferentes pestes de origen animal, llegó la pandemia de la Covid-19, cuyo origen sigue sin desvelarse oficialmente. Dos, hace pocos meses un inmenso navío, el Evergreen, obstruyó el canal de Suez, auténtica arteria yugular del sistema mundial de circulación de mercancías y materias primas, y el organismo entero empezó a venirse abajo. Los accidentes pueden producirse y precipitarlo todo. En cualquier caso, las señales del declive biológico del capitalismo son cada vez más frecuentes y evidentes, pero hay una negativa a interpretarlas mientras nos abandonamos al confort de la vida fáustica. Después de Hiroshima y Nagasaki la humanidad tuvo pánico al constatar que era posible autodestruirse enteramente. Sin embargo, aquel pánico no bastó para frenar el aumento de arsenales de bombas atómicas ni el desarrollo de las centrales nucleares. Ahora bien, el pánico engendró, en contrapartida, el pacifismo y el ecologismo combativos. Al igual que los movimientos políticos y sindicales de los trabajadores, que les precedieron, últimamente aquellos lúcidos movimientos parecen adormecidos. En mi opinión, este adormecimiento no es ajeno a los males que están ocurriendo.
UNA NUEVA AURORA
-¿Avistas una nueva aurora? ¿Te atreves a vaticinar por dónde irían los tiros de ese tiempo nuevo para la Humanidad?
-La aurora surge entre las tinieblas de la noche. Seguimos llamando capitalismo a algo que ya es mucho más complejo. Tomemos una ciudad, Barcelona sin ir más lejos. Las escuelas, los CAP, los hospitales y residencias, las bibliotecas, las universidades, los parques y jardines, las playas, los contenedores de residuos, las calles con sus pavimentos, bancos, señalizaciones y alumbrado, los servicios asistenciales, el funcionariado, incluida la guardia urbana… cuando es público, ¿son capitalismo? ¿Y los voluntarios y el tercer sector o los impulsores que promovéis desde hace años con éxito creciente Biocultura, ¿sois capitalistas? Podríamos alargar mucho la lista de aquello que sustenta ahora mismo nuestras vidas y no es capitalismo. Sin darnos cuenta, confundimos realidad con capitalismo cuando esta confusión es uno de los grandes logros del sistema. No son lo mismo, por tanto, respondiendo a tu pregunta, la nueva aurora ya está ahí y merecemos fijar nuestra atención en ella, sobre todo cuando las tinieblas reaparecen con más fuerza en el horizonte.
LAS CONVULSIONES
-¿Hasta dónde pueden llegar a llegar las convulsiones del parto de un nuevo sistema?
-La pandemia ha sido terrible, pero, ante las muertes masivas y las tremendas soledades, se produjo el generoso ejemplo de los trabajadores del ámbito de la salud. También pudimos vislumbrar, aunque pronto lo hemos olvidado, un cambio en la jerarquía de las actividades laborales y supimos cuáles eran los trabajos esenciales. Y como colectividad nos comportamos con un grado de responsabilidad impecable. Vimos que, cuando las circunstancias lo requieren, por duras que sean, somos capaces de sacar lo mejor de nosotros y de hacer evidente lo que llamo el valor propio, concepto clave de mi libro y de mi pensamiento y fundamento de mi crítica al capitalismo y de mi confianza en nuestra capacidad de crear un mundo mejor. El mito de Fausto, que he evocado en esta entrevista, lleva asociado, junto a la condena, la esperanza de redención, singularmente, por la gracia de lo femenino, encarnada en la figura literaria de Margarita. Pues bien, al pacifismo y el ecologismo se ha sumado, con el vigor que ellos tuvieron un día, el feminismo. Si los jóvenes se los hacen propios y crean además con su energía desbordante, su generosidad e inteligencia lo que les parezca justo y necesario, no me cabe duda que se irá confirmando el nacimiento de una nueva era para la humanidad. Esta tarea histórica de la juventud constituye un reto apasionante que va a dar un significado profundo a la vida de algunas generaciones.