COSMÉTICA CERTIFICADA / La lucha contra la inflación

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Updated: febrero 1, 2023

De la misma forma que hemos publicado algunos artículos dedicados a examinar de qué forma la alta inflación está afectando al sector de la alimentación ecológica, abordamos ahora, más concretamente, el subsector de la cosmética ecológica certificada. No hay datos globales, pero no está siendo un buen año para las empresas productoras. Mientras la inflación no se ponga en su sitio y vuelva a estadios más o menos normales, habrá que seguir insistiendo en las virtudes que tiene la cosmética ecológica certificada frente a la convencional. Y habrá que presionar al Ejecutivo para que legisle en favor de los que hacen bien las cosas si queremos una transición ecológica justa, rápida y efectiva.

La belleza es un acuerdo entre el contenido y la forma
Hanrik Ibsen

El 2022 ha sido un “annus horribilis” para el bolsillo de la inmensa mayoría de trabajadores en España. Es decir, para muchos consumidores de productos ecológicos. Hablamos del peor año para las finanzas de los consumidores en lo que va de siglo XXI, según los datos actualizados recientemente por el Ministerio de Trabajo sobre convenios colectivos firmados. Los sueldos pactados entre patronales y sindicatos vía negociación colectiva cerraron el ejercicio con un incremento del 2,8%, una cifra tres veces inferior a la inflación media del 2022 (8,4%). Pero, verazmente, tampoco hacen falta muchas estadísticas. Todos/as notamos cómo cada día que pasa es más difícil llegar a fin de mes. Y eso si tenemos la suerte de tener trabajo. Si no lo tenemos (España es el país de la UE con el índice de paro más elevado)… la cosa ya es dramática. Así las cosas, el sector de la cosmética ecológica también se ha visto perjudicado con esta situación, heredera de la guerra en Ucrania, de la crisis post-covid, de la coyuntura internacional y de la dictadura de los ciclos cósmicos, quizás.

INFLACIÓN DISPARADA
Un artículo de “El Periódico” señala: “En 2022 resistió el empleo pese a la desaceleración de la recta final del año, con la creación neta de 470.000 puestos de trabajo. Resistió como pudo el tejido empresarial, que registró una destrucción mínima de empresas del 0,2% (principalmente de menos de 5 empleados). Pero lo que no ha resistido a la mayor inflación desde los años 80 han sido los salarios, los primeros paganos de la actual crisis de precios en la que están inmersas las principales economías occidentales”. Los trabajadores españoles llegaron a 2022 tras una década de salarios estancados, con la inflación y los incrementos salariales persiguiéndose a unos ritmos más o menos, dependiendo del año, empatados. “No obstante, se disparó la luz, se disparó la cesta de la compra y se disparó la gasolina y ese precario equilibrio quedó barrido duramente y el pulso se ha impuesto en contra de la salud financiera de las familias. No todos han corrido la misma suerte. Por ejemplo, los beneficios de las empresas del Ibex 35 han crecido ocho veces más que los salarios desde la irrupción del covid”, se dice desde el mismo texto de “El Periódico”. Pero, claro, esa alta inflación que ha beneficiado a las grandes empresas del Ibex 35… ha perjudicado a muchas pequeñas firmas de la cosmética ecológica certificada. Incluso aunque no suban los precios de sus productos, muchas consumidoras y consumidores tradicionales de productos de higiene y de cosmética orgánica certificada tienen problemas, ahora, para continuar con su consumo de siempre.

NO SOLO LAS EMPRESAS “BIO”
Revlon anunciaba en junio del año pasado (cuando se registraron los índices globales de mayor inflación) que se acogía al Capítulo 11 de la ley de quiebras de Estados Unidos para poder enfocarse en su crecimiento futuro. La compañía cosmética estadounidense Revlon se declaró en bancarrota debido a problemas financieros derivados del impacto global de la alta inflación, las interrupciones en la cadena de suministros y sus deudas. En un comunicado de prensa, explicó que “solicitar la protección bajo el Capítulo 11 de la ley de quiebras… le permitirá reorganizar su estructura de capital”. Una vez que el Tribunal de Quiebras de Estados Unidos dé su aprobación, la compañía espera recibir 575 millones de dólares en financiamiento de deudor en posesión para apoyar sus operaciones diarias. “La jugada con respecto al Capítulo 11 ha permitido a Revlon “ofrecer a nuestros consumidores los productos icónicos que hemos entregado durante décadas, al tiempo que brinda un camino más claro para nuestro crecimiento futuro”, dijo Debra Perelman, presidente y director ejecutivo de Revlon. Es decir, que, pese a la crisis, Revlon ha seguido operando. Pero de la alta inflación no se salva nadie.

PRODUCTOS “BIO” EN GRANDES SUPERFICIES
Por si fuera poco, los productos “bio” ya no son patrimonio exclusivo de determinados espacios frecuentados, básicamente, por personas muy concienciadas. La cosmética ecológica, en este caso respaldada por grandes grupos “finan-fieros”, comienza a estar en todas partes y esto hace que las ventas de las empresas más pequeñas también se vean resentidas. Carrefour ha sacado a la venta, en 2020, su nueva línea de cosméticos ecológicos certificados para el perfecto cuidado de la piel. Esta sección de la compañía francesa es una de las más completas, ya que cuenta con una gran variedad de productos muy internacionales de los que destacan los de origen francés. Actualmente, los laboratorios cosméticos franceses presumen de una gran fama debido a la alta calidad de sus productos y en belleza son muchas las ‘influencers’ e it girl que se han sumado al cuidado de la piel y han encontrado sus productos favoritos en este supermercado a bajos precios y con descuentos. La línea Nectar of BIO, una línea de cosmética ecológica certificada e incluida dentro de su gama de productos de marca propia, ha sido promocionada por conocidos influencers con unos resultados más que satisfactorios. La iniciativa, como ha destacado la compañía, «es pionera en el sector de la distribución española, ya que es la única marca propia que cuenta con etiquetado Cosmebio, con el que se acredita que cumple las especificaciones de la norma internacional Cosmos Organic».

LA OPINIÓN DE LAS EXPERTAS
Montse Escutia de Vida Sana/Plataforma EcoEstÉtica señala: “El sector de la cosmética ecológica no es ajeno a las fluctuaciones del mundo. Sí es cierto que cuenta con un público muy fidelizado. Pero hasta cierto punto. En estos momentos, algunas empresas del sector de la cosmética ecológica certificada están sufriendo las estrecheces que sufren sus clientes. Es normal. De todas formas, la calidad de los productos es tan alta que, de una forma o de otra, sobrevivirán a esta crisis coyuntural”. Para Ángeles Parra, directora de BioCultura, “es necesario que la Administración tome cartas en el asunto. Hay que discriminar positivamente a los que no contaminan. Hay que crear incentivos fiscales para estas empresas, rebajar el IVA, subvencionar las certificaciones… Hay que facilitarles las cosas a las empresas que trabajan limpiamente con la salud de los consumidores y con la salud ambiental. En otros países, ya se está haciendo así. Si queremos una transición ecológica, tenemos que obrar de forma valiente y urgente también en lo legislativo. Ya no bastan las buenas intenciones”.

DESDE BIOVIDASANA
Nuria Alonso es responsable de la Norma BioVidaSana de certificación para cosmética ecológica. A todo lo dicho, ella añade: “Un problema añadido para las pequeñas marcas de cosmética es el incremento del precio de las materias primas, en algunos casos muy significativo, y el problema de abastecimiento; y que ellos no pueden repercutir mucho las subidas en el precio final de su producto, como se ha dicho, por los problemas económicos que muchos de sus clientes tienen y por la competencia en precios y capacidad de promoción de las grandes marcas y cadenas de supermercados, como Garnier, Carrefour, etc., que se han incorporado al mercado de la cosmética ecológica. Aparte del “greenwashing”, que por supuesto es un problema de competencia y de confusión para el consumidor, estas grandes marcas pueden ofrecer productos correctamente certificados, pero que les salen mucho más baratos de producir por la producción a escala industrial que hacen y porque, dentro de los ingredientes que están certificados, suelen elegir los más baratos; el resto se suple con su mucha mayor capacidad de marketing”. Y sigue: “Esta situación agrava el problema que ya existía para los pequeños productores de cosmética. Los ingredientes, además de que hayan subido de precio, siempre han sido caros para ellos porque eligen ingredientes muy buenos y caros y porque, al comprar en pequeñas cantidades, les sale más caro también. Por esto, y porque los costes de producción son mayores normalmente si se produce a pequeña escala, el margen de beneficio que puede obtener una pequeña marca es pequeño si quiere vender algo; y ahora, peor se ha puesto”.

GREENWASHING
El “greenwashing”, o “lavado verde”, no es más que una estrategia comercial que utilizan algunas empresas del sector cosmético para posicionar sus productos, de una forma rápida, dentro del segmento de la cosmética natural, aprovechando la profunda desinformación que existe por parte del consumidor, según mentaactiva.com. Desde la misma plataforma insisten: “Dichas empresas gastan grandes cantidades de dinero y de recursos comerciales para llevar a cabo importantes campañas publicitarias, con el único fin de que sus productos tengan una apariencia natural, muy conscientes de las ventajas económicas que esto significa. Por lo general (aunque no siempre), son marcas comerciales que pertenecen a multinacionales, las cuales comercializan otras marcas cosméticas no naturales con éxito en el mercado, y, mediante esta estrategia, tienen la posibilidad de ampliar su número de consumidores totales. Utilizando las técnicas del ‘greenwashing’ logran estar presentes en el segmento de la cosmética natural, escapando al vacío legal que actualmente existe para éste. Así pues, podemos decir que el ‘greenwashing’ es el arte de hacer que un producto cosmético que no es genuinamente natural u orgánico… lo parezca”. Este “lavado verde” es una competencia desleal para los que sí están haciendo bien las cosas. Y, ante el caos de los etiquetados y de la poca legislación que controle a los defraudadores mercadotécnicos, llueve sobre mojado en el terreno de la cosmética ecológica. Para Ángeles Parra, “deberíamos poder contar con una legislación al respecto muy clara, como ya la existe en el ámbito alimentario. Una legislación justa en este ámbito sería una forma de defender a las empresas que sí trabajan en el terreno de la cosmética ecocertificada. La transición ecológica significa también proteger a los justos de todas las maneras posibles y penalizar a los defraudadores”.

A RÍO REVUELTO…
Desde Beautymarket advierten: “La cosmética natural y ecológica está cada vez más presente en el mercado, con cifras de consumo y demanda más que significativas y en aumento (esto se publicó en 2021, cuando no había estallado aún la bomba inflacionista). Ambas, con esa pátina de respeto al planeta, al medio ambiente y a la propia fisiología corporal y de la piel que tanto reclaman y preocupa a los consumidores, pero las dos también, cosmética natural y cosmética ecológica, con diferencias, tal y como hemos explicado en Beautymarket.es en distintas ocasiones. Es por ello que la consultora Euromonitor, a través de su nueva herramienta Via Pricing, se ha centrado en el estudio de dicho mercado. El análisis realizado por Euromonitor revela que el reclamo de productos naturales generalmente es mayor en las categorías de belleza y cuidado personal que los orgánicos en cuestión de e-commerce”. A río revuelto, ganancia de pescadores.

EL PASTEL ENTERO
Según elglobal.es, “la apuesta por los productos sostenibles y ecológicos es una realidad cada vez más presente en sectores como el alimentario o el cosmético. En relación a este último, la evolución del mercado es muy positiva y la consultora Grand View Research prevé un crecimiento anual del 9.1 por ciento en el sector de la cosmética orgánica, que estima llegar a alcanzar una facturación aproximada de 43.245 millones de euros para el año 2030. Una de las grandes razones que justifican el aumento en la demanda de este tipo de productos es la creciente concienciación y preocupación de los consumidores por el impacto medioambiental generado por la industria. De hecho, actualmente un 77% de los consumidores afirma tener en cuenta el origen de los ingredientes en los cosméticos”. Pero que crezca el sector de la cosmética ecológica no significa siempre que lo haga de una forma ordenada, justa y natural. En estos momentos, como ya ha pasado en el terreno alimentario, también lo alimentario ecológico sigue vendiendo, pero el consumo está migrando de las tiendas tradicionales a las grandes superficies. Montse Escutia señala que “desde la Plataforma EcoEstÉtica vamos a seguir trabajando para que también las pequeñas empresas, que son las que han levantado el sector, y las que más emocionalmente vinculadas están a las virtudes de estos productos, puedan sobrevivir en un mundo cada vez más complicado y caótico, en el que las grandes superficies quieren no llevarse una parte del pastel, sino el pastel entero”.

MALOS TIEMPOS

De acuerdo con los últimos datos del Ministerio de Trabajo y Economía Social, en el último año, la subida salarial pactada en los convenios colectivos fue del 2,78%, mientras que la inflación media fue del 8,4%. En este contexto, y tal y como recoge la última encuesta de InfoJobs sobre la intención de pedir un aumento de sueldo por parte de los trabajadores españoles, sólo el 15% de estos tiene la intención de solicitarlo en 2023. En dicha encuesta se observa también una significativa diferencia en relación a los datos del año pasado. En aquel entonces, al ser preguntados los profesionales españoles si pedirían un aumento salarial en 2022, el 34% respondió que sí. Son malos tiempos para caprichos y para excesos. Malos tiempos para correr riesgos. Tiempos de búsqueda de lo esencial. Y, en ese sentido, está claro que los productos de higiene y de cosmética ecológica son los más esenciales, pero no todo el mundo puede pagarlos.