El mundo “bio” madrileño se presenta a todo el estado
El CAEM (Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad de Madrid) estará...
Más allá del hecho probado de que los alimentos precocinados, enlatados y procesados dañan nuestra salud y conllevan deficiencias alimentarias importantes, nadie nos advierte de que la maravillosa dieta mediterránea no lo es tanto cuando las frutas y las verduras que compramos están llenas de productos químicos cuyos efectos desconocemos.
Y esa elección va más allá, cada vez que recurrimos a la agroindustria para alimentarnos estamos contribuyendo:
A empobrecer nuestros suelos – porque suelen dedicarse a cultivar un solo producto en grandes extensiones -,
A contaminar nuestras aguas – ya que ese cultivo único conlleva el uso de fertilizantes, herbicidas y pesticidas químicos que llegan a nuestros ríos y a nuestras aguas subterráneas -,
A hacer desaparecer al agricultor tradicional que cultiva un poco de todo – ya que solo las grandes extensiones de un mismo cultivo le permiten sobrevivir -,
A aumentar el efecto invernadero – pues los productos suelen recorrer muchos kilómetros hasta llegar a su punto de venta -,
Al despilfarro – las frutas y verduras que no cumplen con los estándares de las grandes superficies y supermercados son descartadas automáticamente sin ningún aprovechamiento -,
A la extinción especies – la agroindustria se centra única y exclusivamente en el rendimiento de lo producido y no en las calidades nutricionales -,
A la explotación de personas – ya que fomenta empleos precarios y de mala calidad -,
A la explotación de animales – en granjas industriales donde están hacinados, sobremedicados y mal alimentados lo que repercute en su salud -.
Que hoy por hoy vamos tomando conciencia de las consecuencias de nuestras elecciones es bueno; falta añadir que cambiar siempre es positivo pero no fácil.
Recoger y evitar las bolsas de plástico está muy bien pero no deja de ser un mero parche; el verdadero problema está en nuestros hábitos de consumo, y por lo tanto la solución está en nuestras manos pues podemos mejorarlos.
Después de lo expuesto ¿sigues pensando qué comer ecológico es más caro?