Carlos de Prada: “Potenciar la agricultura ecológica debería ser una prioridad sanitaria, ambiental y económica”

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Updated: noviembre 1, 2023

Carlos de Prada es periodista ambiental. Tiene el Premio Global 500 de la ONU y el Premio Nacional de Medio Ambiente, entre otros galardones, por su labor en defensa de la ecología. Es autor de ocho libros sobre contaminación química. También es director de Hogar sin Tóxicos y presidente de Fodesam. Y es, por supuesto, un buen amigo de BioCultura y estará presente en la nueva edición madrileña de la feria.

-¿La exposición a productos químicos nocivos es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la Humanidad? ¿Cuál es la real magnitud del problema?
-Junto con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, la contaminación química es uno de los factores más graves de la crisis ambiental global. Recientemente, un estudio científico internacional alertaba de que la contaminación química ha superado ya los límites que el planeta puede soportar. Además, es probablemente uno de los factores ambientales que tiene unas consecuencias más graves para la salud humana, aparte de las que tiene sobre la salud de los ecosistemas. Se trata además de un problema creciente. En 1930, se producían en todo el planeta un millón de toneladas anuales de química sintética. Hoy el volumen de química sintética es centenares de veces superior. Y no se trata sólo de los cientos de millones de toneladas de química sintética que se producen cada año. Es también el número de sustancias diferentes que se han creado. Hasta hace no mucho se estimaba que eran algo más de 100.000. Una estimación más reciente habla de 350.000. Realmente, y ello es preocupante, ni siquiera se sabe bien cuánta química sintética hay en circulación. Cada año, además, se crean miles de sustancias nuevas. No toda esa química es tóxica, obviamente, pero sí se sabe que un porcentaje relevante lo es o puede serlo. La comunidad científica, en la que siempre me baso, no para de advertir que no se ha estudiado la toxicidad de la mayoría de las sustancias que hay en circulación. Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente, de las más de 100.000 sustancias sintéticas que se estimaba entonces que circulaban por el continente… sólo se había evaluado la toxicidad de un modo más o menos adecuado de un 0,5%. Es decir, que buena parte de la química a la que podemos exponernos no ha sido adecuadamente evaluada acerca de sus posibles riesgos para nuestra salud o la de los ecosistemas. Sin embargo, ahí está. En nuestro entorno y, una parte de ella, con frecuencia, en nuestros cuerpos. Hay un nivel de descontrol más que notable. Y eso en la UE, que pasa por ser la región del mundo donde «mejor» se controla.

CONSECUENCIAS SANITARIAS
-¿Cuáles son las posibles consecuencias sanitarias de esta invasión de productos químicos altamente contaminantes?
-Las sustancias químicas tóxicas han sido asociadas por la ciencia a numerosos posibles efectos en la salud. Enumerar los daños posibles sería interminable. Hay sustancias cancerígenas, mutagénicas, tóxicas para la reproducción, inmunotóxicas, neurotóxicas, alergénicas…  Algunas estimaciones científicas dicen que el coste sanitario de la contaminación química, en general, puede llegar a suponer un 10% del PIB global. Aunque mucha gente piensa que el problema de la contaminación química es algo de trabajadores de algunas industrias concretas o de emisiones o vertidos desde las mismas, lo cierto es que es algo mucho más amplio y más sutil, que incluye la presencia de estas sustancias en productos a los que estamos expuestos en la vida cotidiana cientos de millones de personas. Son sustancias a las que podemos exponernos al comer, al beber, al respirar o a través de la piel. Pueden estar presentes en los alimentos y bebidas, en pesticidas,  productos de limpieza, pinturas, plásticos,  productos de aseo y cosmética, perfumes, ambientadores, electrodomésticos y aparatos electrónicos, tejidos, muebles, alfombras y moquetas… En infinidad de productos de la vida cotidiana. Por ello, los análisis realizados muestran que infinidad de estas sustancias están ya presentes en el organismo de la mayor parte de la población. Y la ciencia nos dice que muchas de estas sustancias están asociadas a posibles efectos en la salud a concentraciones bajas, similares a aquellas a las que, de hecho, ya las tenemos en el organismo en muchas ocasiones.

DISRUPTORES ENDOCRINOS
-¿Qué está pasando con los disruptores endocrinos? ¿Están también alterando las conductas de las personas en diferentes ámbitos?
-Las sustancias capaces de alterar el equilibrio hormonal del organismo, conocidas como disruptoras endocrinas, preocupan especialmente. Hasta ahora se han identificado unos centenares de sustancias que tienen este tipo de efectos pero deben de ser miles. Según informes publicados por la Organización Mundial de la Salud, y  por millares de investigaciones realizadas, podrían jugar un papel importante en la creciente incidencia de algunos problemas endocrinos. Han sido asociadas a múltiples trastornos: problemas cardiovasculares, trastornos metabólicos, obesidad, diabetes, cánceres de mama, próstata, tiroides, ovario o testículo, alteraciones en el aparato reproductor masculino, mala calidad del semen, malformaciones genitales, ovarios poliquísticos, adelanto de la pubertad en las niñas, reducción de la fecundidad, partos prematuros, bajo peso al nacer, endometriosis, problemas cognitivos, problemas de memoria y aprendizaje, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, autismo… Respondiendo a parte de la pregunta, algunas también han sido asociadas a cambios en el comportamiento. Algo que inquieta especialmente es que, como dice la comunidad científica, son sustancias que pueden causar efectos a muy bajas concentraciones. Ello es así, en buena medida, entre otras razones, por la propia naturaleza del sistema hormonal, ya que las hormonas actúan a muy bajas concentraciones. De modo que aunque oficialmente se establezcan concentraciones supuestamente seguras para algunas de estas sustancias, lo cierto es que la ciencia nos dice que son sustancias para las que no se puede establecer con claridad una concentración segura. Son sustancias que pueden causar efectos más importantes especialmente si la exposición a las mismas se da en las primeras etapas de la vida, como durante embarazo, por ejemplo.

LA INFERTILIDAD
-¿En el futuro a corto plazo va a haber más parejas estériles que en la actualidad? ¿No es ya alarmante la incidencia de la falta de fertilidad en humanos?
-Uno de los primeros efectos que se asociaron a la exposición a sustancias disruptoras endocrinas fue precisamente la caída de la fertilidad. Multitud de investigaciones han vinculado tal exposición, por ejemplo, a un empeoramiento de la calidad del semen. Los datos muestran que los varones tienen ahora la mitad de espermatozoides que hace unas décadas y la tendencia prosigue. Pero se ha empeorado no sólo en cuanto a la cantidad de espermatozoides. También en cuanto a otros parámetros como su movilidad.  Ello podría deberse en mayor o menor grado a lo comentado. Además algunos estudios asocian la exposición a algunos contaminantes con otros efectos como, por ejemplo, malformaciones genitales como la criptorquidia o la hipospadias, así como sobre un mayor riesgo de cáncer de testículos. Desde luego, si lo que muestran esas investigaciones es cierto, y son ya demasiadas investigaciones, las perspectivas no son buenas. 

BISFENOL A
-Ahora sabemos que la exposición al Bisfenol A es más peligrosa de lo que se creía. ¿Ocurre lo mismo con otros contaminantes?
-Lo del bisfenol A es un ejemplo emblemático de la diferencia abismal que puede existir entre lo que las autoridades nos dicen que es supuestamente «seguro»  y lo que realmente lo es. Creer que algo es seguro sólo porque lo digan las autoridades, sin fijarse en lo que está diciendo la ciencia, puede ser un ejercicio peligroso. Hasta 2015 la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) nos decía que era seguro exponernos a una cantidad de bisfenol A que era 250.000 veces mayor de la que ahora nos dice que es segura. En 2015 decidió rebajar algo esa cantidad y nos decía que era seguro exponernos a una concentración 20.000 veces más alta de la que ahora nos dice que es segura. Ahora ya se reconoce oficialmente que un alto porcentaje de la población europea tiene en su cuerpo cantidades de bisfenol A que pueden representar un riesgo. El problema es que la ciencia tenía evidencias muy serias desde 20 años antes. Centenares de investigaciones decían que el bisfenol A podía tener efectos a concentraciones muy inferiores a las que afirmaba la EFSA. Pero la EFSA prefería basarse en datos de la propia industria química y desoír a la verdadera ciencia, mientras millones de personas seguían exponiéndose a concentraciones inseguras. El problema es que la historia se repite. La industria ya ha ido sustituyendo poco a poco el bisfenol A por otros bisfenoles que pueden tener efectos parecidos a los del bisfenol A. Y la industria dispone de decenas de bisfenoles diferentes con los que ir jugando a marear la perdiz. ¿Habrá que volver a esperar décadas hasta que se prohíba el siguiente bisfenol?  ¿Y otras décadas para el siguiente? ¿Cuantos siglos serán precisos a ese paso para prohibir una a una esas sustancias mientras millones y millones de personas se exponen a concentraciones que pueden suponer un riesgo? Es lo que técnicamente se denomina «sustitución lamentable» y que es una práctica habitual. Pasa con los bisfenoles y pasa con otros tóxicos como retardantes de llama, compuestos perfluorados, pesticidas, etc. Al margen de ello, es también interesante ver las largas listas de sustancias ahora prohibidas y, haciendo un ejercicio retrospectivo, ver cómo antes las autoridades, con un aplomo considerable, juraban y perjuraban que eran supuestamente seguras. Intentando incluso desacreditar a la ciencia que alertaba de los riesgos. Las autoridades, en infinidad de ocasiones, nos han dicho que eran seguras cosas que no lo eran, resistiéndose a adoptar medidas mientras millones de personas se exponían. Ha pasado y sigue pasando.

LAS AUTORIDADES Y LOS PROBLEMAS
-¿En qué medida las autoridades españolas y/o europeas son parte del problema y no de la solución?
-Vivimos en una sociedad en la que una serie de intereses económicos privados tienen más influencia sobre las autoridades que, por ejemplo, la comunidad científica independiente de tales intereses. En Bruselas hay millares de personas que trabajan en labores de lobby sobre los eurodiputados y la Comisión Europea en favor de intereses como los de las industrias químicas. Millares. Un ejemplo lamentable de los efectos de todo ello lo estamos padeciendo precisamente ahora. Con la  falsa excusa de la crisis económica derivada de la guerra de Ucrania, una serie de industrias químicas muy potentes han conseguido frenar los avances que deberían haberse producido en los planes de descontaminación química de la Unión Europea. Se han frenado, por ejemplo, los planes para reducir el uso de pesticidas en la UE e incrementar la superficie de agricultura ecológica. También, se ha frenado la necesaria reforma del Reglamento Europeo de Sustancias Químicas (el famoso Reglamento REACH -por sus siglas en inglés-, un reglamento enormemente defectuoso que es un auténtico coladero que permite que miles y miles de sustancias tóxicas sigan en circulación). La Comisión Europea se había comprometido a realizar una serie de mejoras, pero ahora todo ello está en riesgo. Mientras las autoridades presten más oídos a una serie de intereses muy particulares y no al interés general estamos apañados. Y en este tema es claro que no está operando la fuerza de la razón, sino la razón de la fuerza. Porque es evidente que, incluso desde una perspectiva económica, proseguir como hasta ahora va a ser mucho más que ruinoso… Eso dejando a un lado los daños en la salud humana y en la de los ecosistemas (que, por cierto, también tienen una vertiente de daño económico brutal; por ejemplo, en gasto sanitario o pérdida de servicios ecosistémicos).

AGRICULTURA ECOLÓGICA
-¿En qué medida planteas la agricultura ecológica como solución a muchos de los problemas que nos asolan?
-La agricultura ecológica es, precisamente, uno de los aspectos en los que, si existiese voluntad política y no sumisión a los intereses de la industria química (en especial a la de los pesticidas y fertilizantes), más fácil seria conseguir  resultados de descontaminación química en poco tiempo (de las aguas, de los suelos, del cuerpo humano…). La agricultura ecológica es sobradamente productiva y, además, es más rentable para el agricultor, a diferencia de cierto modelo de “agri-incultura” agroquímica que ya vemos a qué conduce: dependencia de pesticidas y fertilizantes, empobrecimiento de unos agricultores cada vez más endeudados, despoblamiento rural, pérdida de empleos, tierras en cada vez menos manos… Tal modelo de “agri-incultura” convencional industrial… realmente tiene poco de cultura del agro. Parece más bien mero negocio (agronegocio)… de cada vez menos y más grandes empresas… a costa de empobrecer a muchos y dar productos de peor calidad a los consumidores. Todo con consecuencias como la pérdida de fertilidad de las tierras y la pérdida de una biodiversidad  que es esencial para una parte importante de la producción agraria (vease, por ejemplo, el tema de los polinizadores, o el del control biológico de plagas). Por no hablar del impacto brutal del ingente coste sanitario que ha venido teniendo en la UE el uso de ciertos pesticidas sintéticos tal y como muestran, por ejemplo, los informes de la Endocrine Society. Potenciar la agricultura ecológica debería ser una prioridad sanitaria, ambiental y económica. Sencillamente porque, en realidad, es la única agricultura de verdad. Lo otro no merece tal nombre.

HOGAR SIN TÓXICOS
-¿Qué es Hogar sin Tóxicos?
-La iniciativa Hogar sin Tóxicos (www.hogarsintoxicos.org) tiene como objetivo denunciar situaciones de riesgo provocadas por las sustancias tóxicas presentes en los más diversos productos de uso cotidiano y proponer alternativas. Basándose en la ciencia, buscamos que las administraciones mejoren la normativa y adopten medidas que realmente protejan la salud de las personas, y que las empresas eliminen o reduzcan significativamente el uso de esos compuestos. También buscamos, y ello es un pilar relevante de nuestra labor, concienciar a la población, ya que, sin la debida conciencia social, ni la Administración ni las empresas se sentirán suficientemente motivadas, ni los ciudadanos podrán adoptar medidas para protegerse de los riesgos existentes, que en muchas ocasiones son fácilmente prevenibles.

EL FUTURO
-¿El futuro será ecológico o no será?
-Somos uno con lo que nos rodea. Los seres humanos no somos un ente aparte. Somos un tejido más del gran organismo de la biosfera y es evidente que ningún tejido puede vivir si acaba matando al organismo del que depende. No ser ecológico es ser, directamente, como un tumor maligno.  La biosfera está ahí, aunque haya personas que, por alguna extraña razón, crean estar al margen de ella, o se comporten como si estuviesen al margen de ella. Encerradas acaso en una egocéntrica burbuja de artificios. Es en realidad algo demencial, una patología de nuestra sociedad. Obviamente sin ecología no hay futuro posible. Pero la verdad es que ahora mismo, en el presente, ese negro futuro ya ha llegado para mucha gente que ya padece las consecuencias. Como también para muchas especies desaparecidas o en declive y para muchos sistemas ecológicos ya dañados. No es necesario más que ver en qué estado estamos dejando nuestro planeta para darse cuenta. No es que en un futuro vaya a haber un desastre. Es que el desastre ya está aquí. Solo que avanzando por capítulos. De nosotros dependerá si se detienen una serie de procesos. Creo que, aunque sea difícil, todavía se está a tiempo de cambiar. Estamos en un momento crucial.