CARAVANA DELTA/Gabi Martínez (en el Delta del Ebro): “He vivido un año en la isla de Buda, la primera parte del delta que podría desaparecer engullida por el mar”

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Updated: mayo 30, 2022

Gabi Martínez es un escritor lúcido y un pensador valiente. Está detrás de Caravana Delta. Estuvo viviendo un año en el delta del Ebro. Allí, “comprehendió” el territorio. Como acción reivindicativa frente a los peligros que acechan a la isla de Buda y a todo el delta, se le ocurrió una caravana trashumante. En ella han participado, también, diversos artistas que han viajado con la caravana para inspirarse. De todo esto saldrá un libro, un documental y las diversas obras de diferentes creadores de múltiples disciplinas.
 
-Háblanos de tu nueva aventura trashumante con los toros bravos para concienciar sobre la isla de Buda y, en general, sobre el delta del Ebro…
-Caravana Delta es la continuación de un proyecto que comenzó en La Siberia extremeña hace cuatro años para poner en valor ciertos territorios, y a las personas, animales y seres que los habitan, haciendo pequeñas transhumancias con artistas. Si la primera caravana fue con ovejas negras criadas en ecológico, ahora hemos caminado junto a bous -toros y vaca brava, además de vaca mansa- por el delta del Ebro. El bou permite acercarse tanto a la isla de Buda, donde hasta finales de siglo pastaron toros y vacas antes de ser sustituidos por caballos de La Camarga, como caminar hacia las montañas por La Sénia o adentrarse en las velas de l’Encayissada, donde pasta la ganadería Margalef. Queríamos sobre todo mirar al animal, recordar que más allá de los prejuicios que tantísimas personas vierten sobre él, se trata de una maravilla de la naturaleza… ajena a nuestros adjetivos e ideología. Para “contar” a los bous hemos convocado a autores del delta, catalanes, del resto de España e internacionales, en concreto de México y Francia. Y ahora deberán crear una obra sobre lo vivido. El resultado formará parte de exposiciones, muestras que permitirán hablar sobre el delta y los bous de una manera algo distinta. La primera exposición será en el marco del Festival Liternatura de Barcelona, entre el 8 y el 9 de octubre.

LA GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
-¿Es tan grave la situación de la isla de Buda? ¿Está presta a desaparecer?

-Sí. La falta de sedimentos, a causa de las numerosísimas intervenciones humanas en el río Ebro, desde embalses a canalizaciones, unida al cambio climático… está provocando una regresión de la costa que, según los expertos, hará que el delta del Ebro, y en concreto la isla de Buda, sea el primer punto de Europa donde personas deban emigrar por el avance del mar. Si los ciclones que han empezado a azotar el Mediterráneo continúan y las administraciones no actúan de forma inmediata, Buda desaparecerá muy pronto. Y sus humedales también, claro, invadidos por el agua salada. Los humedales son los espacios naturales que concentran más biodiversidad del planeta… y los que están desapareciendo a un ritmo más alto, mayor al de los bosques.

-¿La obra de algunos artistas que se han inspirado en el tema puede concienciar sobre el asunto? ¿Hasta qué punto el arte sigue inspirando cambios de hábitos?
-La protesta ayuda a llamar la atención sobre los problemas pero estamos comprobando que no resuelve gran cosa y, además, suele producirse cuando estás al límite y entonces, a menudo, es demasiado tarde. Que alguien te cuente una historia emocionante de verdad o que tú mismo la vivas puede llevarte a ejecutar cambios estructurales, porque esa historia sudada, respirada, olida, te puede animar a tomar iniciativas, a moverte en positivo, no solo contra algo. Te invita a imaginar, a buscar soluciones, a intervenir para sumar, a ser más actores que espectadores. No basta la queja para encontrar un nuevo camino. Y los artistas pueden aportar creaciones emocionantes, por el motivo que sea, pero emocionantes, que nos ayuden a repensarnos y a actuar de otra manera. En realidad, un artista no hace más que dar voz a la sociedad civil a la que pertenece. Y el relato que construye puede contribuir a transformar el imaginario colectivo. Tal y como van las cosas, no es tan absurdo pensar que el arte es uno de los últimos baluartes con los que contamos para cambiar cosas, para cambiar el relato que nos contamos desde hace décadas y nos ha traído, por ejemplo, a este delta sin sedimentos. El impacto de películas como Alcarràs es de los que impelen a actuar.

LOS ARTISTAS
-¿Cuáles son los artistas elegidos y por qué?

-Jaume Vidal es un artista conceptual del delta que ha pensado su geografía con una brillantez tan terrenal que le ha llevado a crear desde el Museo del Mosquito frente al mar a experimentos con alumnos de un máster en el que da clase: les mostró una foto de una vaca brava pastando y les dijo que adjetivaran. Le impresionó observar cómo los adjetivos tenían sobre todo que ver con cuestiones sociopolíticas, como si el animal no existiera como ser vivo, al margen de ideologías. Marina Monsonís observa el mundo desde las semillas, es una experta en alimentos de proximidad y, además de comisariar exposiciones a propósito, también ha escrito libros sobre lo que estamos comiendo. Natalia Zaratiegui nació en Pamplona, muy pronto supo lo que era un toro y el campo, y sus ilustraciones respiran naturaleza consiguiendo atmósferas hipnóticas, fascinantes. David Carabén es un músico y cantante en cuyas letras se escurren animales y está tocado por el delta, adonde viene a menudo gracias -y ése es el término- a que su pareja es de aquí. Ada Vilaró es una directora, perfomer y artista multidisciplinar que desde hace mucho desarrolla proyectos en los que el medio ambiente es crucial. Andrés Cota es un biólogo mexicano muy interesado en los animales menos vistosos y con la capacidad de escribirlos literariamente,  uno de los escasos ejemplos de “literatura” en lengua española que hay en este momento. Y Natacha Sansoz es una artista que vive en las montañas francesas trabajando con elementos naturales, impulsando residencias de artistas y distribuyendo quesos en burro con su pareja.

-¿Cómo se te ocurrió el tema? ¿Has estado allí viviendo un año?
-Sí, gracias a los propietarios de parte de la isla he podido vivir un año en la última casa de Buda, la primera que desaparecerá engullida por el mar. Quiero escribir sobre eso, y sobre los límites que hoy transitamos. Al principio de mi estancia, conocí a Paco Palmer, el ganadero de vaca brava, a través de un amigo común. Paco se prestó a dejarme una bici para que pudiera moverme por Buda y el resto del delta. Empezamos a tener largas conversaciones sobre el lugar y sobre los bous que él cuidaba. No compartimos algunos puntos de vista pero Paco es alguien con ganas de dialogar, de encontrar puntos comunes, y su ganadería demuestra el gran trabajo que está haciendo. Lo demuestra cómo se han silenciado las polémicas sobre “l’illa dels bous”, la única isla del mundo habitada por toros salvajes, desde que él la gestiona. Es una de esas personas que vale la pena escuchar para replantearse un par de cosas. Por eso le hablé de la Caravana Negra que habíamos hecho en La Siberia. Le propuse una acción similar pero con bous, se animó y… aquí estamos, gracias a la participación decisiva de la revista “Arrels”, que enseguida conectó con la idea y trabajó para llevarla adelante. Es clave encontrar alianzas para desarrollar este tipo de proyectos, entre otras cosas porque demuestra que, juntos, podemos hacer cosas hermosas y transformadoras. Que el campo y la cultura aún pueden defender sus espacios, y crecer.
 
SUPERANDO EXPECTATIVAS
-¿Qué saldrá de todo esto? ¿Qué estés preparando?

-Por un lado, estoy escribiendo el libro fruto de mi año en el delta. Por otro, la Caravana Delta ya se ha realizado, y el impacto ha sorprendido a todos, tanto a los participantes como a quienes la han apoyado porque la cobertura de los medios y el cariño de las personas que se han enterado de la historia ha superado cualquier expectativa. Ahora, esperaremos a que los artistas creen sus obras para irlas moviendo por el delta, Catalunya, España y todos los países que deseen saber más sobre la actualidad de esta zona y sus bous. Y no tardaremos en presentar el documental que se ha realizado para documentar la experiencia.

-¿La crisis climática es la mayor encrucijada para la Humanidad? ¿Es la única?
-Básicamente, sí. La magnitud de los cambios que está desencadenando son ecosistémicos, totales. Así que no hay nada más crucial. Que esta crisis sea una consecuencia directa de nuestra forma de vivir nos da la oportunidad de cambiar las cosas modificando nuestros hábitos pero sin duda eso no va a ocurrir en serio y a escala global hasta que los desastres nos obliguen inexorablemente a cambiar para sobrevivir. Hasta que no nos quede otra opción. El modo cómo el mundo ha vuelto a ser el mismo que antes de la pandemia es revelador. En cuanto a si esta es la única encrucijada que afrontamos… Para sucumbir no necesitamos más. Esta crisis es el detonante de muchas otras, la madre de todas las crisis. Enfrentarla a ella es enfrentar al resto.
 
LO QUE EL VIENTO SE LLEVARÁ
-¿Qué pasará si la isla de Buda desaparece? ¿Qué  se irá con ella?

-Se perderán humedales con enorme biodiversidad, un refugio de flamencos, ibis, calamones, escribano palustre… o, como mínimo, el humedal retrocederá. Y, en cualquier caso, expulsará a las personas que han cultivado arroz en ella durante más de un siglo. Este es un asunto que se puede observar como un mal relativo pero, por eso, es un gran debate, porque después de Buda vendrán otros arrozales, ¿y qué será de la gente que ha construido su vida en esos lugares? O, ¿por qué los gobernantes están dispuestos a sacrificar a estas personas y luego se desviven por el comparativamente minúsculo delta del Llobregat? Los pastos de la manada de caballos de La Camarga también se esfumarán.

-¿Estamos a tiempo de solventar la situación?
-Vamos muy tarde. Se están realizando estudios para permitir que desciendan sedimentos suficientes para más o menos contener el delta pero para lograrlo hay que negociar duro, por ejemplo, con las hidroeléctricas que gestionan los embalses y los ayuntamientos que se benefician de la situación. Otra posibilidad es legislar de modo inmediato, casi radical y, por lo tanto, impopular. También se va a empezar a volcar arenas en la costa, una solución de urgencia que solventará problemas puntuales pero que resulta insostenible en el tiempo, porque las arenas van a seguir desplazándose y obligando a realizar inversiones infinitas. La apuesta de más consenso es la de simultanear la distribución de arenas y el levantamiento de diques con la bajada de sedimentos, hasta que estos se consoliden. Es una idea. Pero la realidad sugiere que esa idea tiene mucho de utopía.