”BOSQUES Y JARDINES DE ALIMENTOS” GISELA MIR/MARK BIFFEN “Un bosque de alimentos puede ser un lugar idílico”

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Updated: mayo 24, 2021

Gisela Mir y Mark Biffen son titulados en Permacultura, Agricultura Natural y diseño de jardines. Trabajan como formadores y como asesores en diversos proyectos. En su finca de Cardedeu (a 40 km de Barcelona) crearon en 2009 el proyecto permacultural Phoenicurus, en el que empezaron como productores de hortalizas y bayas. Pronto se convirtió en un espacio de formación, demostración y experimentación en permacultura. Centrados en bosques y jardines de alimentos,  y tras años de práctica en su diseño, creación y mantenimiento, ahora nos introducen en el tema a través del libro “Bosques y jardines de alimentos”, editado recientemente por La Fertilidad de la Tierra. 

-Explicarnos qué es un bosque de alimentos y qué nos ofrece
-Un bosque de alimentos es un espacio en el que se han plantado especies vegetales que crecen a distintas alturas –varios estratos, como los que encontraríamos en un bosque joven-. Podemos decir que es un policultivo multifuncional y multidimensional. En él podemos tener frutales, plantas medicinales, condimentarias, flores comestibles, vegetales para obtener fibra, tintes, etc. Sin olvidar que puede incluir animales domésticos o, incluso, cultivo de setas. Además, buscando una reducción del trabajo de plantación y mantenimiento, en este tipo de espacios se suelen priorizar las especies vegetales perennes o vivaces, que viven muchos años, a diferencia de las especies de ciclo corto habituales en el huerto.

UN PARAÍSO
-Parece un lugar idílico, un paraíso. ¿Es complicado ponerlo en marcha? 
-Por supuesto que puede ser un lugar idílico, nuestro pequeño paraíso. En realidad belleza y funcionalidad no tienen por qué estar reñidas. Diseñarlo y ponerlo en marcha no diríamos que es «difícil»; dejémoslo en «complejo». La complejidad propia de un ecosistema natural que es el que estamos intentando recrear. Dicho de otra manera, sí que hace falta formarse un poco: leer, asistir a cursos, visitar algún bosque de alimentos ya plantado y, evidentemente, ir a menudo al bosque –el bosque de verdad– para observar cómo funciona. A parte de estos conocimientos previos, crearlo no tiene requerimientos muy particulares. Hace falta un espacio, y no es necesario que sea de grandes dimensiones. Se pueden crear jardines comestibles en un par de parterres en el jardín de una casa o en el patio de una escuela, igual que se podrían plantar hectáreas enteras. Muchos terrenos pueden ser adecuados, incluso si tienen pendiente o si no son muy ricos en materia orgánica. Evidentemente, si se tiene agua al alcance, mucho mejor, puesto que, incluso si optamos por especies de secano, durante los dos primeros años de implantación… harán falta riegos localizados.

¿Cuánto tiempo lleva este concepto en la práctica? ¿En cuántos lugares?  
-Hace más de 30 años Robert Hart conceptualizó esta forma de cultivar y producir alimentos en climas templados (siendo un modelo ya extendido en climas tropicales). Ahora hay cada vez más personas y proyectos que han visto las ventajas de estos sistemas perennes y han ido desarrollando espacios bonitos y abundantes. Es difícil saber en la actualidad cuántos proyectos existen de este tipo, pero hay una red pensada para favorecer el intercambio de conocimientos y buenas prácticas con unos 200 proyectos inscritos sólo en Europa, y seguro que hay muchos más de pequeña escala con una finalidad de autosuficiencia. Muchos se encuentran en el Reino Unido, quizás porque la misma red se gestiona desde allí o porque allí se sembró la primera semilla figurativa; tal vez porque la gran mayoría de textos sobre el tema están en inglés, o porque la estética asilvestrada de muchos jardines británicos se presta a este modelo y no supone una revolución cultural demasiado difícil para la gente. Pero los hay también en muchos otros países, incluso con climas más bien mediterráneos.

“A nivel de diseño, el reto proviene de combinar una diversidad de especies, intentando prever la evolución del sistema en el espacio y en el tiempo. La clave es encontrar la información adecuada para entender mejor el crecimiento de las plantas (y después encontrar las semillas y plantas que deseas). Por otro lado, pueden existir dificultades más puntuales: cierto clima local; determinada calidad de la tierra, disponibilidad de agua; fauna y flora silvestres y sus interacciones con el sistema creado, etc.”

PHOENICURUS
-Vosotros tenéis vuestro bosque de alimentos. ¿Nos podéis hablar de él?

-En nuestro caso, optamos por diseñar y crear un bosque de alimentos en clima mediterráneo, muy intensivo y con muchísima variedad de especies (cerca de 300 en 1.000 m2), puesto que los objetivos principales fueron la demostración y la experimentación. Evidentemente, no es sólo un escaparate para nuestras formaciones, sino también un espacio productivo que nos suministra muchos alimentos ricos y sanos, sobre todo hojas, flores y raíces comestibles, y todo tipo de frutas y frutos secos. En general, si nos visitarais, os encontraríais con un espacio muy abundante, con una estética asilvestrada (que nos gusta a nosotros, pero no es obligatorio que sea así), con una alta diversidad de especies, flores, aromas, pájaros, etc. Esperamos que, efectivamente, transmita la impresión de ser un espacio bonito y sano.

Estáis diseñando bosques y jardines de alimentos a pequeña escala. Lugares donde poder desarrollar este concepto en pequeños espacios. Habladnos de ello…
-A menudo estamos aplicando el concepto de bosque de alimentos a pequeña escala. Quizás porque hay más gente con espacios pequeños (como jardines y huertos) que propietarios de grandes fincas. Nos damos cuenta de que poco a poco se van produciendo cambios de conciencia (y de estética) que hacen que la gente desee un jardín que vaya más allá del típico trío de piscina-césped(artificial)-olivo. En efecto, un jardín no tiene por qué ser solo un lugar decorativo-pasivo, sino también un espacio productivo-activo. Aún falta mucho camino por recorrer, puesto que aquí no hay una cultura arraigada de la jardinería como afición, pero intentamos ir sembrando semillas. También hemos participado en los (re)diseños de patios escolares para intentar crear lugares más verdes, más agradables, y, a poder ser, incluso productivos y didácticos.

SISTEMA COMPLEJO
-Como decís, se trata de un sistema complejo. ¿Cuál creéis que es la mayor dificultad para desarrollarlo con éxito?
-A nivel de diseño el reto proviene sobre todo de combinar y ubicar una diversidad de especies y, además, intentar prever la evolución del sistema en el espacio y en el tiempo. No es fácil, pero la clave es encontrar la información adecuada para entender mejor el crecimiento de las plantas (y después encontrar las semillas y plantas que deseas). Por otro lado, pueden existir dificultades más puntuales: cierto clima local; determinada calidad de la tierra, disponibilidad de agua; fauna y flora silvestres y sus interacciones con el sistema creado, etc.

Acabáis de editar el libro “Bosques y jardines de alimentos”. Es el primer libro sobre bosques y jardines de alimentos en castellano y desde una experiencia mediterránea. ¿Podéis comentarnos algo del libro?
-Nos hace mucha ilusión presentaros este libro. Lo hemos escrito a partir de nuestra experiencia directa, y está enfocado como guía práctica y accesible. Contiene muchas ilustraciones y recoge toda la información que hace falta para planificar y desarrollar vuestro bosque de alimentos o jardín comestible. Para nosotros es como un fruto acabado de recoger y esperamos que para los que lo lean sea una semilla a punto para germinar.